En medio de las celebraciones por su excelso comienzo de Liga, el Mallorca recibió ayer una de las peores noticias posibles. Borja Valero, la columna sobre la que reposan casi todos los argumentos rojillos, se perderá lo que resta de año y no se reincorporará a la rutina del grupo hasta principios de enero. El futbolista madrileño padece una pequeña rotura fibrilar en el recto anterior del muslo derecho que le obligará a permanecer en Palma durante los dos próximos desplazamientos del equipo. Gregorio Manzano, que ya tuvo que sobrevivir un mes sin la pegada de Aduriz, se queda ahora sin su principal ideólogo a las puertas de uno de los tramos más exigentes de la temporada.
Las molestias de Borja eran el único lunar del espectacular triunfo del Mallorca sobre el Zaragoza. El de Hortaleza acabó el partido con algún que otro problema y aunque al principio casi nadie había reparado en ellos, las alarmas se activaron a mediados de semana. El miércoles, mientras la plantilla empezaba a preparar su desembarco en el Reyno de Navarra, él se entrenaba al margen del grupo y tras someterse después a las exploraciones correspondientes los servicios médicos del club confirmaron su baja para los próximos partidos. En principio, el periodo de recuperación previsto abarca entre dos y tres semanas, por lo que el gran objetivo ahora es que esté listo para abrir el año en Son Moix ante el Athletic (3 de enero) y viajar a Vallecas tres días más tarde para disputar la ida de los octavos de final de la Copa del Rey.
Con Valero en la grada, el Mallorca pierde a uno de sus futbolistas más desequilibrantes y basta con echarle un vistazo a los números para comprobar su importancia en la libreta de Manzano. El ex madridista, que fue reclutado por el club balear cuando ya se había consumido la primera jornada, sólo se había ausentado en una ocasión del once titular (22 de septiembre, en el Sánchez Pizjuán de Sevilla) y el técnico intentó a agarrarse a su fútbol en el segundo tiempo para amortiguar la desventaja que arrastraba. Desde entonces, su nombre permanecía fijado a todas las alineaciones.
El problema al que se enfrenta ahora el preparador bermellón es muy similar al que le tocó vivir hasta hace unas semanas, cuando carecía de Aritz Aduriz, su máximo goleador. Sin embargo, el equipo se sobrepuso a su baja y además de extender su serie ganadora en casa, arañó un empate imposible en el Calderón. Ahora , en cambio, todo parece distinto, aunque Manzano podrá equilibrar la ausencia con un simple cambio de cromos en el que Mario Suárez recuperará el protagonismo que perdió el pasado fin de semana. Si no surge ningún otro problema entre hoy y mañana, el centrocampista de Alcobendas, que se quedó sin sitio ante el Zaragoza para cedérselo a Martí, volverá a jugar de inicio. En cuanto al resto del equipo que intentará romper el domingo (17.00 horas) la maldición del Reyno de Navarra, no se intuyen demasiadas permutas. Aouate seguirá bajo el larguero; Josemi, Nunes, Ramis y Ayoze formarán en defensa; Martí, Mario, Julio Àlvarez y Gonzalo Castro se instalarán en la zona ancha y Aduriz y Víctor compondrán el ataque.
Osasuna, por su parte, también trabaja para recuperar a sus tocados de cara al partido. Pandiani se entrenó ayer en solitario en el gimnasio mientras que Delporte, Monreal y Camuñas realizaron entrenamiento individual con el readaptador físico. Además, Dady y Aranda se ejercitaron con el grupo y completaron la sesión sin contratiempos.
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