La Fiscalía acusa al germano de un delito de homicidio imprudente y mantuvo su petición de tres años de prisión y que además indemnice a la familia en 400.000 euros. La víctima estaba a punto de jubilarse después de toda una vida trabajando en las instalaciones de Son Sant Joan. La defensa del procesado, ejercida por Jaime Campaner, solicitó la libre absolución de su cliente por falta de pruebas. «La acusación no ha cumplido con la carga probatoria», dijo el letrado en su informe.
Los hechos se remontan a la madrugada del 27 de abril de 2019, sobre la una. El pasajero, un alemán de 48 años, que acababa de aterrizar en Mallorca junto a su mujer y sus dos hijos, abandonó la terminal de llegadas para fumar un cigarro. La trabajadora, de la empresa Trablisa, que se encargaba de controlar la zona, le explicó que no podía volver a entrar y el hombre se alteró. Se puso muy nervioso, gritó y dijo que iba a perder la maleta si no le dejaba acceder al interior. En ese momento, según la acusación pública, se produjo una discusión entre ambos que acabó con el germano empujando a la mujer, que cayó al suelo y se fracturó el fémur. Los posibles testigos de los hechos no fueron llamados a declarar ni en instrucción ni tampoco en el juicio. Y cuando se solicitaron las cámaras de seguridad de la zona las imágenes se habían borrado.
La trabajadora, que padecía problemas de corazón, tuvo que ser atendida por los servicios sanitarios y una ambulancia la trasladó a un centro hospitalario. Días después fue sometida a una intervención quirúrgica tras sufrir una fractura de fémur provocada por el empujón que recibió del procesado. Falleció tras la operación. Habían pasado cinco días de la agresión. El juicio quedó visto para sentencia.
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