Gregorio Manzano, en una imagen captada durante un partido. | Monserrat

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Gregorio Manzano atraviesa por una mala racha. No está fino el técnico del Mallorca. El jienense, que se siente como dijo el sábado «responsable de las victorias, los empates y las derrotas», tiene a su favor el haber conseguido que el equipo brillara como nunca en la primera vuelta y certificando la permanencia casi virtual. Sin embargo, las lagunas empiezan a aflorar y de qué manera. Desacertado en los cambios, el entrenador ha demostrado una escasa capacidad de reacción en partidos como los disputados en Tenerife y Xerez y además ha desquiciado a uno de los hombres fundamentales, Aritz Aduriz, al que es incapaz de recuperar desde que falló el penalti en Getafe en el partido de ida de los cuartos de final.
La plantilla ha demostrado solvencia física, pero la temporada va pasando y hay una gran cantidad de futbolistas que sólo cuentan para el entrenador en caso de extrema necesidad, de lo contrario ni aparecen y eso hace que muchos jugadores acumulen una gran cantidad de minutos y otros pasen sencillamente desapercibidos. Sólo puede definirse de dos maneras, o mala gestión de recursos o que la plantilla está mal confeccionada.

Desajustes

A las carencias que muestra el libro de estilo de Manzano, también son preocupantes sus continuas salidas de tono fuera del campo. Obsesionado con los medios nacionales, no ha sabido poner freno en sus declaraciones, ni en el club han sabido administrar su comparecencias. Desde su falta de contunencia contra un artículo en The Guardian en el que se ensalzaba su figura y calificaba al club de «basura, sin afición ni esperanza», pasando por la gira madrileña en la que aprovechó para declarar que en la Isla «hay un problema de cultura futbolística», sus resbalones han sido continuos. En Interviu dijo que «soñaba con la llamada de Florentino Pérez» en declaraciones que luego se negó a matizar en la Isla y la última ha sido la de escribir una misiva que ha sido interpretada por la totalidad de medios como una despedida y que desvió la atención a 24 horas de jugar en Sevilla. El entrenador se lamenta de la falta de público en Palma, pero tal vez él no ha ayudado en exceso a que acuda más gente a Son Moix. Por si eso no fuera suficiente, el técnico se ha distanciado de los medios en la Isla y en cada rueda de prensa la tensión aumenta y el distanciamiento con los periodistas es un hecho tangible. En la conferencia ofrecida en Consell quedaron pocas dudas de su opinión al respecto y eso que todavía queda toda la segunda vuelta por delante. A este paso se hará interminable.