El equipo afronta mañana una jornada decisiva para sus aspiraciones europeas. | T. MONSERRAT

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A noventa minutos de un milagro. Ni más ni menos. Así se encuentra el Real Mallorca que hoy juega dos partidos, el que disputará en Son Moix ante el Espanyol (22:00 horas) y el que afrontará con la mente y el alma a unos 412 kilómetros y que enfrentará al Almería contra el Sevilla. La Champions nunca estuvo tan cerca y a la vez tan lejos. Tan cerca porque ganando hoy al conjunto blanquiazul hay opciones de meterse en la cuarta plaza, pero tan lejos porque no depende sólo de su marcador, también debe espera a que el grupo hispalense pierda o empate en el estadio de los Juegos del Mediterráneo.
Es el precio que debe pagar el Mallorca por no hacer los deberes el pasado sábado en Coruña donde se dejó arrebatar tres puntos que todavía hoy ni Manzano ni los propios futbolistas son conscientes del enorme valor que tenían para el futuro de la institución.
Broche de oro
Hoy sólo resta ganar, esperar y rezar. Si sale cara el Mallorca será cuarto, con opción a disputar la Champions si supera la previa en verano. De lo contrario será quinto, jugará la Europa League y habrá puesto igualmente un broche de oro a una temporada negra en lo institucional, pero dulce en lo deportivo.
No pueden pasar más cosas en un equipo de fútbol que las que han pasado esta temporada por las inmediaciones de Son Moix. No hace falta recordarlas, todos los aficionados saben al dedillo la cantidad de despropósitos que han ido sucediéndose desde agosto de 2009 hasta prácticamente ayer mismo con la decisión de la UEFA de conceder o no la licencia para que los de Manzano jueguen en Europa.
Entremedias todo lo imaginable ha sucedido y todo lo previsible sucederá, es decir, el concurso de acreedores, los problemas de planificación deportiva, los conflictos que creará Nando Pons y CIA, etcétera, etcétera. Pero hoy es la noche del cierre, de la despedida, de celebrar que el equipo balear ha finiquitado una campaña enorme. El domingo, o a más tardar el lunes, se agolparán los problemas en las oficinas del estadio, pero hasta entonces lo mejor es aparcar la realidad y sumergirse en el fútbol. Incluso si el Almería se toma el partido en serio puede haber emociones fuertes, de esas que hacen temblar a los aficionados en sus sillas y que les hacen incluso soñar. Precisamente lo que quiere hoy el Mallorca es soñar, jugar, ganar y mirar al cielo esperando un milagro en forma de derrota o empate del Sevilla, acompañado de una victoria contra los 'periquitos'
Los baleares buscan además despedir una campaña espectacular en casa, donde han cimentado el éxito durante la presente campaña. El club ha incentivado a los aficionados, especialmente a los socios, dándoles la oportunidad de adquirir entradas a un precio muy económico, lo que sin duda ofrecerá la posibilidad de que el campo presente un buen aspecto de público. Queda un hilo de esperanza, una posibilidad de agarrarse a la Champions y los futbolistas quieren agotarla. Hoy se cierra un curso que marcará un antes y un después. De hecho el futuro empieza hoy.