Jaume Cladera ha sido nombrado nuevo presidente del Mallorca. | Teresa Ayuga

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El Mallorca redactó ayer un nuevo capítulo que ingresará en el apartado surrealista de su historia contemporánea. El club balear destituyó a su presidente Josep Pons apenas tres horas después de que éste anunciara su intención de representar a la entidad en el Camp Nou... La kafkiana comparecencia del embajador, convocada al mediodía en un hotel sin el beneplácito de la entidad, fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del consejo de administración, que acordó cesar a Josep Pons por «pérdida de confianza» y nombrar a Jaume Cladera como el séptimo presidente de la SAD balear en los últimos dos años. Otro récord.
Reunido a las cuatro de la tarde, con el órdago del diplomático todavía caliente y con su futuro como único punto en el orden del día, la unanimidad resultó rotunda en el seno del consejo de administración, que votó por la destitución de Josep Pons, que también es accionista minoritario de la entidad con un 2'5% de las acciones.
El órgano de gobierno le ofreció al diplomático la posibilidad de dimitir y dejar el cargo de una forma menos traumática, pero éste se negó y acabó cesado.
La comparecencia pública de Pons -reiterando de nuevo su inocencia ante una denuncia por acoso laboral interpuesta por una trabajadora de la embajada ante el gobierno austríaco y sus ganas de seguir en el cargo porque «cuento con el apoyo del consejo y no existe ninguna denuncia contra mí»- había caído como una bomba entre los consejeros, que no daban crédito a lo sucedido. Primero, por la inoportunidad de Pons de querer monopolizar la atención mediática tras el mejor partido del Mallorca. Y, segundo, porque el consejo no le había dado permiso para convocar a los medios de comunicación.
Después de la rueda de prensa de Pons, los acontecimientos se precipitaron y el consejo acordó su destitución porque «no era la persona idónea para presidir el Mallorca», según señaló posteriormente Miquel Coca, secretario del consejo de administración, en la rueda de prensa que oficializó el cese al filo de las siete de la tarde.
Herido de muerte desde que se destapó la denuncia por acoso laboral, su destitución era cuestión de tiempo. Mantenido en el cargo por su amistad personal con Serra Ferrer, las últimas informaciones procedentes de Austria -apuntan a una resolución desfavorable para el diplomático- y el desplante a la entidad certificaron su marcha 83 días después...