En plena cuesta abajo y a las puertas de lo que muchos consideran el inicio real de la Liga, el Mallorca puede presumir de contar con un nuevo refuerzo. Principalmente, porque vuelve Víctor Casadesús. Casi tres meses después de abandonar la espiral rojilla por culpa de una dolorosa lesión, el delantero de Algaida está listo para regresar a la arena, a punto para darle un empujón al equipo en las últimas rampas de un epílogo cargado todavía de estímulos. El futbolista, que deja atrás once semanas de recuperación y padecimiento, sueña con emerger en estas nueve jornadas finales para reencontrarse con esas dulces sensaciones que le acompañaban cuando cayó derrumbado sobre la hierba del Vicente Calderón el pasado 17 de enero. «Ha sido duro porque la lesión era compleja. Pero si algo lo ha hecho más corto y llevadero ha sido ver que podía jugar antes de que acabara la temporada», recuerda ahora con el rostro iluminado. Y mañana, en Riazor, sin presión y ante un Deportivo magullado, podría salir definitivamente del túnel.
Víctor reaparece para afianzar la vanguardia del Mallorca, prácticamente despoblada en los últimos tiempos. Su salida coincidió con la marcha a Brasil de Fernando Cavenaghi y con el fichaje frustrado de Anthony Ujah, una concatenación de noticias que trasladaron toda la carga ofensiva sobre las botas de Pierre Webó. Pese a todo, el balear celebra lo bien que se ha desenvuelto el grupo en su ausencia, un hecho que le permite pisar otra vez el campo liberado de grandes responsabilidades. «Dentro de lo malo, estoy contento porque el equipo lo ha llevado muy bien en este tiempo. Faltan un par de puntos, pero tenemos la permanencia casi asegurada a falta de nueve jornadas y eso me hace volver con más tranquilidad. No habrá tanta presión y los minutos que juegue me vendrán muy bien», comenta ilusionado.
En cualquier caso, la lesión le ha pasado una factura importante. Más que nada, por el itinerario que había seguido hasta que entró en la enfermería. «La primera vuelta empecé jugando, pero después el míster dejó de contar tanto conmigo», relata. «Y cuando volví a engancharme y entraba el balón, porque marqué tres goles en cuatro partidos, me llegó la lesión», lamenta. No obstante, tampoco le importa reconocer que sus problemas físicos (le tumbó una desinserción a nivel del pubis del aductor largo del muslo derecho) estaban incluidos en sus previsiones particulares. «Es verdad que antes de eso no había llegado a jugar cinco o seis partidos seguidos, porque si hubiera sido así igual me hubiera roto antes. Era una lesión que arrastraba desde hacía mucho y las molestias no desaparecían, así que supongo que era cuestión de tiempo», argumenta el canterano.
A la hora de repasar el camino completado por sus compañeros en esta segunda vuelta, Víctor se muestra orgulloso. Sobre todo por el que será de nuevo su socio a partir de este momento: Webó. «En el vestuario nadie ha tenido nunca una sola duda acerca de Pierre. Tuvo sus pequeñas diferencias con el club y sabemos cómo ha transcurrido todo, pero confiábamos mucho en él», apunta. «En enero el equipo se quedó un poco cojo arriba, pero lo ha llevado bien y está casi salvado. El club estuvo a punto de traer un delantero y seguramente habría venido bien, pero dada la situación económica y con media permanencia en el bolsillo, seguro que nadie se arrepiente de que al final no llegaran fichajes», insiste.
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