Imagen del entrenamiento del Real Mallorca llevado a cabo esta mañana. | Teresa Ayuga

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El Mallorca se mide hoy al 'nuevo rico' de la Primera División. El Málaga emerge en la Liga española con la vitola de equipo millonario, que ha fichado a golpe de talonario -60 millones de euros ha invertido en contratar futbolistas- y que se encuentra en pleno proceso de reconversión, es decir, trata de asimilar su pasado humilde y su presente glorioso, que forzosamente debe llevarle hacia los puestos de Liga de Campeones. El dinero, como recordó ayer Laudrup, no da la felicidad, pero ayuda y en Málaga son felices por verse con opciones de abandonar el vagón de la clase media, donde irremediablemente está instalado el equipo balear. Por aquí la historia se va escribiendo de distinta manera, la vida va pasando como pasan las cosas que no tienen mucho sentido, porque no tiene explicación que el entrenador no se hable con el máximo accionista y que a su vez el equipo y la afición asistan como invitados de excepción a una ceremonia de la confusión cuyo caldo de cultivo viene marcado por los continuos desaciertos del vicepresidente deportivo.

Con este incendiario panorama, centrar la atención en lo futbolístico es misión casi imposible y lo es porque cuando no hay estabilidad en el despacho del 'jefe', difícilmente en el vestuario y en el entorno se puede hablar sólo de fútbol.

Y más si el entrenador recuerda, en unas ocasiones explícitamente y en otras implicitamente, que este equipo no tiene gol, que muchos de sus futbolistas no están acostumbrados a jugar noventa minutos y que, en definitiva, este proyecto está cogido con pinzas. Puede ser un discurso algo tremendista, pero si el equipo sobre el campo no le quita la razón, habrá que ir acostumbrándose a vivir todo el año en una especie de montaña rusa futbolística.

Laudrup trata de dar con la tecla para poner en funcionamiento el engranaje de un equipo repleto de dudas se mire por donde se mire. Las que crean los laterales Zuiverloon y Cáceres, las que atesora una zona de creación sin Martí, lesionado y sobre todo las que tienen que ver con la línea ofensiva. No son malos futbolistas ni Nsue, Alfaro, Tejera y Hemed, pero falta el nueve de referencia, sin ese jugador, toda capacidad creativa muere por los bordes de la portería y eso es una evidencia, hechos como diría el entrenador.

Laudrup sabe en quién puede y en quién no puede confiar y hoy, salvo que pueda alinear de inicio a Tissone, tal vez comparezcan sonbre el césped los mismos jugadores que actuaron en el Villamarín. Tal vez haya cambios, pero quien hay que despejar de las quinielas es a Gonzalo Castro. Hace tiempo que no está y parece que el técnico se ha cansado de esperarle. Hoy no está ni en la convocatoria. Calentará grada junto a Cendrós, fuera por decisión técnica, y también junto a Martí y Nunes, lesionados. Estos dos últimos son titulares y aportan mucho a este equipo, en lo futbolístico y en lo anímico. Si están el grupo gana en confianza, si no están, ya se sabe, es más difícil llegar a final de mes y todo cuesta un poco más.

Pero más allá de estados de ánimo y de certezas, hoy por Son Moix viene un equipo con empaque, con 'glamour', con mucho dinero en el campo. Joaquín, Maresca, Cazorla, Van Nistelrooy, Baptista, Buonanotte...sólo nombrarlos inflinge respeto. Y es que el Málaga no sólo son nombres, también son muchos «valores seguros», una denominación que se emplea en el fútbol con los jugadores que sabes que van a rendir. Pérez Lasa pita. No es la mejor garantía, pero a día de hoy no es el principal problema.