El israelí espera reencontrarse con el gol. | Pere Bota

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Aunque el incendio en las oficinas de Son Moix no llega a extinguirse, el Mallorca vuelve a tener cita a ras de césped con el balón. El equipo balear, instalado todavía en una crisis de juego y resultados, se agarra de nuevo a las exigencias del pasado para salir de un laberinto que amenaza con alargar su depresión de manera alarmante.

Después de cinco jornadas de divorcio con la victoria, el ejército bermellón se dispone a rodar un nuevo capítulo de la Liga con la responsabilidad de poner al día sus números, reciclar el ánimo de la afición y empuñar otro triunfo, el primero de la era Caparrós. El mayor problema es que tendrá enfrente a un Sevilla debilitado por las bajas y herido en el orgullo que tampoco puede permitirse demasiadas licencias (Iberostar Estadi, Gol Televisión y Canal Plus Liga, 18.00 horas).

Lo cierto es que al Mallorca y a su técnico se le empiezan a apilar los asuntos pendientes. El anunciado efecto Caparrós sigue sin tener influencia en la clasificación y tras dos empates y otras tantas derrotas, el de Utrera necesita un empujón en forma de resultado agradable para pulverice esa presión que poco a poco se va depositando en el vestuario. Refugiado entre los últimos puestos cubiertos de la clasificación y a un solo punto del barranco, los isleños pretenden aprovechar la escala final de su paso por la zona más escabrosa del campeonato para dar un golpe sobre la mesa y emprender el camino hacia la llanura del calendario con otra cara. De momento, ya ha igualado la peor dinámica de resultados que ha redactado desde principios de 2009 (a finales de la temporada pasada también fue incapaz de esbozar una sonrisa durante cinco jornadas seguidas) y hoy, en función de los problemas que le provoque el Sevilla, podría actualizar ese negativo y oxidado registro, ya que su última alegría data del 25 de septiembre.

Para conseguirlo, parece que Caparrós volverá a agarrarse a su manual habitual después de ese extraño paréntesis que abrió con motivo de la visita al Camp Nou. El andaluz, aún con la pizarra perforada por culpa de las bajas, recupera a Tomás Pina y lo más lógico es que los vuelva a alinear juntos en la zona ancha, tal y como hizo ante la visita del Sporting. Esa variante le permitiría reformar las bandas con Pereira y Castro y devolver a Nsue a las cercanías del área, muy cerca de Hemed.

El Sevilla aún no sabe lo que es ganar lejos del Sánchez Pizjuán, pero tampoco ha doblado la rodilla. De hecho, ha forzado hasta el momento cuatro empates en escenarios complicados como El Madrigal, el Reyno de Navarra, el Calderón y, sobre todo, el Camp Nou.

Los sevillistas tienen el hándicap de la falta de delanteros por las lesiones de Álvaro Negredo y del malí Frederic Kanouté, sus grandes referentes que siguen de baja. De esta forma, Manu del Moral, que lleva cuatro goles, tendrá de nuevo la máxima responsabilidad. Marcelino ha convocado también al joven japonés del Sevilla Atlético Hiroshi Ibusuki y recupera a Fazio.