Akihiro Ienaga. | MONSERRAT / P. BOTA

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Un año después de su llegada, Akihiro Ienaga se encuentra tras la línea de salida. El centrocampista japonés, que en su segunda temporada en el Mallorca apenas está participando en la evolución del equipo, se encuentra en el punto de mira y el club tiene pensado buscarle un destino con la idea de liberar una de las plazas de extracomunitario del vestuario por si fuera necesario reforzar la plantilla de cara a la segunda vuelta.

El efecto Aki se ha ido disolviendo con el paso de los meses. El internacional nipón fichó por el Mallorca durante el último mercado de invierno para apuntalar las prestaciones del grupo que dirigía Michael Laudrup y abrir una posible vía de ingresos a través del mercado asiático. Llegó por primera vez a la Isla a mediados de diciembre, se comprometió con el club balear hasta el año 2015 y fue presentado por todo lo alto antes de que acabara el 2010, una vez desvinculado del Gamba Osaka. El máximo accionista y director deportivo, Llorenç Serra Ferrer, se convertía en el gran valedor de un fichaje que levantó una polvareda enorme en Son Moix, al menos en el apartado mediático.

Buen comienzo

Aki se puso al servicio del plantel a comienzos de 2011 y el 6 de febrero, en el Reyno de Navarra, empezaba a redactar una hoja de servicios que en su primera campaña tuvo un valor aceptable. Se ganó rápidamente el cariño de la afición y desempeñó a la perfección ese papel de revulsivo que le adjudicó el técnico. Participó activamente en la última victoria que ha conseguido el Mallorca (en Cornellà, ante el Espanyol) lejos de su cuartel general y se ganó, semanas después, el derecho a ser titular después de avalar su progresión.

Sin embargo, apartado de ese rol que le habían asignado inicialmente, Aki mostró su lado más efervescente. Actuó por primera vez de inicio en el campo del Levante y tuvo que ser sustituido justo después del descanso porque le costaba aparecer. Después volvió a mejorar y estrenó sus estadísticas como goleador ante Sevilla y Getafe. En cualquier caso, el Mallorca lo estaba pasando fatal en ese tramo del torneo y el nivel del equipo estaba muy por debajo de lo esperado. Tanto, que sólo pudo sellar la permanencia en el último asalto y de forma agónica.

Con la llegada del verano Aki trató de subir otro peldaño en su proceso de adaptación al club y a la Liga. El Mallorca le convirtió en el protagonista de su campaña de abonados, sin atender demasiado a a su progresión, que por entonces ya ofrecía muestras de estar estancada. Sus problemas con el idioma, insignificantes al principio, se transformaban en un obstáculo prácticamente insalvable y Laudrup le retiraba una porción de su confianza. El jugador, por su parte, se desprendía de su asesor personal y traductor, pero el panorama tampoco mejoraba.

Con Caparrós al frente del cuadro bermellón Ienaga tampoco ha tenido ocasiones para asomarse. Sólo algo más de media hora en el Calderón en la que apenas acreditó nada interesante.

Ahora, Aki puede ser el principal perjudicado por esa misma situación que el año pasado provocó la marcha de Ratinho. El brasileño, hoy sin equipo, tuvo que abandonar Son Moix para que el Mallorca pudiera inscribir al japonés y es bastante probable que en enero sea éste quien tenga que hacer las maletas para que el club pueda acudir al mercado con posibilidades de incorporar a sus filas algún futbolista foráneo. Ienaga, como en su día Okubo, apura su ciclo en la Isla y podría dejar el Iberostar Estadi sin haber cumplido el reto personal con el que afrontó la aventura: ser el primer japonés que triunfa en la Liga.