Además de perseguir esa regularidad que lleva meses reclamando para el Mallorca, Joaquín Caparrós divisa un nuevo enemigo en su intento de conquistar Anoeta. Considera el entrenador andaluz que esa corriente optimista que ha desatado la goleada del pasado domingo sobre el Villarreal se le puede volver en contra si no se gestiona de manera correcta. Por eso, alerta a sus jugadores de los peligros del encuentro ante la Real Sociedad y espera que el contraste entre la dinámica de uno y otro equipo no le juegue al grupo otra mala pasada a domicilio.
«Muchas veces resulta complicado para un equipo que ha recibido mucho azúcar durante la semana, como nos ha pasado a nosotros», explica Caparrós. «Hace que nos desviemos y perdamos la atención. Sin embargo, para el que viene de la situación contraria, sus futbolistas están deseosos de que llegue el próximo partido», razonaba. «Hay que saber manejarlo. Cuando nos tocan el ego o recibimos demasiadas flores al equipo se puede traducir en tres puntos. Debemos ir a muerte». Antes, el utrerano ya había calificado ese partido como «historia» y le exigía al grupo que centrara «los cinco sentidos en el partido de la Real Sociedad» para «mantener la línea fuera de casa, aunque mejorando el resultado que se cosechó frente al Espanyol y el Málaga».
Caparrós tampoco está dispuesto a tomar como referencia el faro de la Copa del Rey en ninguna de sus versiones, ni la de la estrepitosa actuación del partido de ida, ni la del recital ofensivo del desenlace en Son Moix. «En la eliminatoria tuvimos dos caras, la que no nos gusta y la que sí. Somos conscientes de que cada partido es una final y el más inmediato es siempre el más importante. Lo afrontamos así ante el Villarreal y volveremos a hacerlo ahora de la misma forma. Con esta igualdad, el equipo que mentalmente no sea fuerte lo va a tener complicado», reiteraba el entrenador sevillano.
El preparador rojillo no quiere ofrecer pistas acerca de la composición de su defensa y va a mantener la incógnita del lateral derecho hasta el último momento. «A mí Chico me gustó en esa posición, pero también lo hizo Crespí», señalaba para extender el suspense. «Y Chico domina el juego aéreo, pero con Crespí tenemos otros conceptos, así que ya veremos qué decisión tomamos». Además, subrayaba el «bendito marrón» que va a encontrarse a la hora de descartar a uno de los tres centrales que tiene ahora mismo a punto. «Ojalá tuviéramos ese problema en muchas posiciones porque esto es muy largio y la competición te trae bajas por lesión o sanción». En cualquier caso, se negaba en todo momento a mostrar sus cartas.
Desquilibrio
Caparrós define a su próximo adversario como «un equipo que cada partido que juega en casa se encuentra a gusto», recordaba a modo de advertencia. «La afición está con sus futbolistas y el técnico y tiene a chicos jóvenes que van creciendo. Ya hicieron un buen partido contra el Sevilla», volvía a remarcar.
El utrerano también analizaba el rendimiento de sus futbolistas más determinantes últimamente, Castro y Víctor. En el caso del uruguayo, apuntaba que «le he comentado lo que como entrenador rival decíamos de él cuando nos enfrentábamos. Es bueno que sepan lo que vigilábamos cuando preparábamos un partido contra el Mallorca. Es un futbolista desequilibrante que ha asumido su rol en el equipo».
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