El delantero del RCD Mallorca Emilio Nsue (i) disputa el balón con el centrocampista del Rayo Vallecano Miguel Pérez "Michu" durante el partido disputado esta noche. | MONTSERRAT T DIEZ

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R.C.D. Mallorca Mallorca 1

Rayo Vallecano Rayo 0

Primera División | Jornada 20 | 02/05/2012 20:00 | Final

Aunque suene a broma, el Mallorca está de fiesta. Sólo diez días después de prorrogar su presencia en Primera, el equipo de Caparrós ha completado su metamorfosis particular para llamar, con más fuerza que nunca, a las puertas de Europa. Porque lo que hasta anoche era un sueño, un simple entretenimiento con el que colorear un final de curso plano y sin perspectiva, se ha convertido en un premio cercano y tangible, en una golosina al alcance de la mano. Los mismos futbolistas a los que les pesaban las botas por la presión de acabar cuanto antes con el papeleo de la salvación se han empeñado ahora en sacar otra vez del cajón el pasaporte y donde parecía que se iniciaba otra travesía por el desierto crece ahora la sensación de que lo mejor está por llegar (1-0).

Y eso que antes de que el confeti y las serpentinas poblaran el cielo de Son Moix el Mallorca había arrojado una parte a la basura. De hecho, sólo los guantes de Aouate impidieron que se marchara al descanso con el cuerpo magullado por los revolcones de su invitado, que se pasó todo el primer tiempo abofeteándole. El Rayo, a pesar de ese extraño aspecto que le había provocado el maquillaje de su técnico –compareció con tres centrales y dos carrileros– se mostró particularmente incisivo y concentró varios kilos de dinamita más allá del centro del campo. Sin embargo, un punto de mira mal calibrado y la gigantesca figura del israelí al otro extremo del campo invalidaron su tratado de intenciones antes del descanso y sacaron de quicio a los de Sandoval, que empezaban a notar ya el fuego procedente de las mazmorras. Mientras tanto, los locales celebraban la llegada del descanso. Era lo mejor que le había pasado al equipo hasta ese mismo momento.

Afortunadamente, el segundo tiempo vino cargado de luz. El Rayo no superó el bloqueo que le había generado dilapidar sus mejores obras y empezó a desintegrarse al tiempo que el Mallorca se expandía. A esas alturas de la tarde Pina ya controlaba el tráfico del centro del campo y Nsue había construido un pasillo en el lateral derecho que multiplicaba las posibilidades de éxito. También Alfaro, reclutado al descanso para que Víctor cargara la batería (había recibido un golpe de Arribas), le aportó otro aroma al conjunto isleño. En su primera aparición pecó de individualista, pero su movilidad acabó haciéndole daño a un Rayo decadente. Con el partido caliente, el Mallorca despachó enseguida el debate y elevó el volumen de su discurso europeo. Un buen robo de Castro (los jugadores rayistas pidieron falta), una pared con Pina y la implacable definición del Chori marcaron el final simbólico del encuentro y el kilómetro cero de una corta e intensa ruta hacia el viejo continente. Porque por raro que parezca, Europa está a la vuelta de la esquina.