Celtic's Kelvin Wilson (R) challenges Barcelona's Cesc Fabregas during their Champions League Group G soccer match at Celtic Park, Glasgow in Scotland, November 7, 2012. REUTERS/Russell Cheyne (BRITAIN - Tags: SPORT SOCCER) | RUSSELL CHEYNE

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«El Barcelona perderá algún partido... ¿por qué no aquí?», se preguntaba Víctor Casadesús esta semana. Perdió el próximo rival del Mallorca y lo hizo en Galsgow ante el Celtic en la Champions y perdió en un momento donde siempre es bueno manejar toda la información posible de los rivales, de sus virtudes y sobre todo de sus defectos. El equipo azulgrana desborda calidad por los cuatro costados, pero el grupo escocés demostró que es también un rival al que se le puede ganar, aunque es imprescindible que factores que no se controlan como la suerte te den en todo momento la cara. ¿Cómo pudo el Celtic ganarle 2 a 1 al Barcelona? Básicamente porque no falló en las dos áreas, ni en la del Barça ni en la suya. Tuvo dos ocasiones para marcar y marcó y tuvo muchas oportunidades para encajar goles y sólo encajó uno. Fue una mezcla de suerte, de acierto, de desacierto, de convicción y de desesperar al rival. La lección que debe aprender el Mallorca es que al Barça le ganas si consigues desesperarle, si atacas la moral de sus jugadores, si insistes, si persistes y si no desfalleces. El Celtic enseño el camino, aunque también se apoyó en un estadio que rugía, que se movía, que temblaba. Eso no ocurrirá en Palma. Son Moix no es Celtic Parc, pero futbolísticamente hay argumentos para la esperanza.