Víctor Casadesús controla un balón en el partido disputado ante el Hércules esta temporada.

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El peor enemigo del fútbol son las prisas y en el Mallorca las urgencias han aparecido con excesiva prontitud. Acostumbrados a vivir en Primera, donde el objetivo de la permanencia era una carrera lenta, pero capaz de superarse a velocidad de crucero, ahora, la necesidad de ascender y de estar arriba, se ha convertido en un estrés con el que casi nadie sabe convivir. El viaje es largo, pero verse tan lejos de la cabina de mando de la clasificación hace que aparezcan dudas, que con el paso de los partidos se convierten en preocupaciones por momentos estresantes.

El Mallorca busca hoy ante el Deportivo Alavés (18:00 horas, Son Moix) una victoria que mate varios pájaros de un tiro. De una parte los baleares necesitan puntos para tomar impulso y no verse aletargados en el vagón de cola; también precisan de la victoria para desquitarse de este clima de depresión que envuelve al equipo, al club y al entorno y lo más importante, los futbolistas tienen que ganar para tratar de que Oltra mantenga su puesto.

Situación límite

Una derrota le dejará en situación límite y todo quedará a expensas de la decisión de Serra Ferrer, que por lo visto en el palco de Riazor, no parece que el concepto que ahora tiene del entrenador sea el mismo que en su día tuvo cuando lo fichó.

Pero de momento hoy el entrenador valenciano se sentará en el banquillo y será él quien hará el once y tomará la decisiones. Y debe tomarlas y además no puede fallar. El once titular estará meditatizado por las bajas -no están Martí por lesión y tampoco Thomas, Alfaro y Geromel por sanción- y a eso hay que unir a jugadores cuyo estado de forma todavía no es el más idóneo, caso de Antonio López u otros que están lejos de ser los futbolistas diferenciales que Serra Ferrer vendió, caso de Íñigo Pérez o Riverola, a los que se sigue esperando.

El equipo tiene excesivas vías de agua, como queda demostrado en la clasificación y en el desarrolo de los partidos. Parece que quiere ir a ganar, pero al final no va; quiere defender, pero tampoco se muestra sólido; quiere jugar a la contra, pero no termina de matar...quiere y no puede. Pero ahora es momento de poder, de ir y de reivindicarse. El mallorquinismo exige que los casi once millones que vale esta plantilla demuestre en el campo que realmente vale ese presupuesto. Desengañado con muchos de sus futbolistas, la afición aprobaría ver durante más minutos a Marco Asensio, el jugador que revolucionó el partido de Riazor cuando este ya moría y hoy también tendrá esa misma ilusión si Oltra sitúa en el campo al jugador del filial Alex Vallejo. Ha llegado el momento donde ahora sí se valora mucho más el fútbol de los de casa. Hoy con ellos, o sin ellos, toca ganar.