Álex Moreno controla el balón ante Dani García, centrocampista del Eibar. | Javi Colmenero

TW
8

El Mallorca más estropeado de la era contemporánea se pone esta tarde frente al espejo. Boca abajo, con cuatro fracasos seguidos a cuestas y un agujero negro bajo los pies, el conjunto balear va a jugarse la salud en noventa minutos de alivio o agonía. Después de encender las alarmas y activar todos los mecanismos que tienen a su alrededor, le llega el turno de palabra a los de Carreras, con la imposición de dinamizar de una vez su cuenta corriente para mantenerse a flote. Porque otra derrota arrastraría hasta la puerta del vestuario una cantidad insoportable de chatarra, además de alimentar un final de curso infernal (Son Moix, 18.15 horas, La Sexta).

Se mire por donde se mire, acude el Mallorca a una subasta que, por el valor de los puntos que hay sobre la mesa, resulta absolutamente imprescindible. De hecho, puede que sea una de las más importantes de los tres últimos lustros. Entre otras cosas, porque ahora está en juego toda la estructura del club. Pulverizadas las posibilidades de ascenso, el equipo debe amarrar de una forma u otra su plaza en una categoría especialmente hostil y renovar, cuanto antes, su inscripción entre el pelotón actual. De lo contrario, el siniestro seguirá avanzando sin remedio.

Incertidumbre

Preocupados por todos esos nubarrones que hay ahora mismo sobre sus cabezas, los jugadores y el cuerpo técnico han levantado la mano para pedir auxilio. El partido ante el Alavés dejó un poso de inestabilidad alarmante y mientras la sombra de un posible descenso a Segunda B se ensanchaba, los capitanes decidían aplicarse un torniquete a la espera de recibir oxígeno. Nunes, Martí y Aouate, acompañados de Nsue, se erigían en los portavoces de un grupo al que ya no lo quedan coartadas y reclamaban la creación de un frente común para asaltar la permanencia, un premio rídiculo pero esencial. También Carreras insistió en reforzar la unidad del club en plena sala de espera del encuentro. El mensaje ha calado y la afición volverá a tenderle la mano al equipo. Ahora le toca al Mallorca cumplir con su parte del trato y firmar un buen resultado ante un Eibar que presume de ser uno de los conjuntos mejor ensamblados de la categoría.

En cualquier caso, el mayor peligro al que se enfrenta el Mallorca sigue siendo él mismo. Con una autoestima en ruinas y la grada en estado de alerta, el conjunto insular deberá asumir los riesgos justos y no precipitarse. Cualquier incidente que no esté recogido en el guión puede encender la mecha.

Lluís Carreras, que sigue sin poder contar con Pedro Bigas, ha prescindido también de Geijo, que verá el partido desde la tribuna acompañado de otros descartes habituales como Nunes, Miguel García o Razza. El técnico de Sant Pol se plantea usar otra vez el bisturí buscando algún tipo de reacción en su once. El primero podría ser la entrada de Cadamuro en el lateral izquierdo, aunque lo más probable es que también reforme al equipo de cintura para arriba.