Marko Scepovic. | Pere Bota

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El jugador del Real Mallorca Marko Scepovic viajó este martes a Rusia para negociar su futuro más inmediato —su destino puede ser el Terek Grozny checheno— y finalizar su convulsa etapa como jugador rojillo.

La marcha, que se hará oficial una vez que el ariete serbio supere las pertinentes pruebas médicas con su nuevo equipo, va a permitir al Mallorca ampliar nuevamente su margen de maniobra y abordar la posible incorporación de Albert Riera, que completaría un centro del campo de lujo para Miquel Soler.

Marko Scepovic y el Mallorca parecían condenados a entenderse tras los fallidos intentos de ruptura que venían buscando desde finales de diciembre. El futbolista, que había llegado cuatro meses antes cedido por Olympiacos, había perdido la confianza del entonces técnico por su falta de actitud en el trabajo diario y tras escenificar el último partido de 2014, en Ponferrada, Karpin le envió a los calabozos de la ciudad deportiva, a la espera de que el bazar de invierno se lo llevara de vuelta para cederle su asiento a otros futbolistas.

Poco a poco, los mercados de las grandes ligas continentales fueron echando el pestillo y el Mallorca bajó los brazos ante la imposibilidad de acomodarlo en cualquier otro destino. Tanto, que tras la destitución de Karpin autorizó a Miquel Soler a volver a contar con él. Y así fue. El Nanu le incluyó en la lista para recibir a Osasuna tras ver siete partidos desde la tribuna y le lanzó incluso a la arena cuando faltaban cuatro minutos para el final.

Ahora, Scepovic se va con 15 partidos y seis goles en el equipaje de mano, pero también con la sensación de que en ningún momento ha explotado del todo sus recursos vestido de rojo.