Robert Sarver. | Joan Torres

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Directo y cercano, Robert Sarver (Tucson, Arizona, 1961) disfruta estos días de la última gran aventura que ha emprendido en el mundo del deporte. Dos meses después de hacerse con la propiedad del Mallorca, el dueño de los Phoenix Suns ha viajado a Palma desde Estados Unidos para conocer más a fondo la entidad, ver desde la primera línea cómo funciona su engranaje y celebrar su histórico Centenario. Además, ha tenido la deferencia de reservar un espacio de su visita para atender a todos los medios que le han reclamado.

En referencia a la situación del club en el momento de su compra explicó que «no compramos el club pensando que todo cambiaría de la noche a la mañana. Hay que trabajar muy duro durante mucho tiempo para que eso ocurra. Con paciencia. El club se está reiniciando en muchos aspectos y es muy difícil hacerlo a mitad de temporada». «Tengo muchos planes y muy buenas intenciones con respecto al Mallorca. Las ideas están muy claras».

Sobre la plantilla comentó que «confío mucho en los jugadores y en el técnico y sé que van a competir muy fuerte. Aunque en este deporte también puedes perder jugando muy bien y trabajando dentro de una buena línea».

Lo que más le ha gustado de los visto hasta el momento han sido «los campos de entrenamiento, el estadio... Queremos invertir también en infraestructura, en nuestras instalaciones, y crear un lugar aquí (en la ciudad deportiva) para que todos los jugadores quieran trabajar en él, que esté a la vanguardia».

Su sueño como máximo accionista del Mallorca es «volver a levantar alguna copa otra vez y que el club recupere su grandeza a nivel deportivo. Eso sería fantástico para todos, sobre todo para el club y para sus aficionados».