Maheta Molango, Javier Recio y Monti Galmés, desolados tras confirmarse el descenso a Segunda B. | Juan Pedro Martínez

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El Mallorca regresa a la Segunda B 36 años tras una temporada aciaga que ha culminado este domingo con el empate en el campo del Mirandés (2-2), que le deja sin opciones en la última jornada en la que se despedirá de la Liga 1/2/3 recibiendo al Getafe en el estadio Son Moix.

En 41 partidos, los mallorquinistas solo fueron capaces de sumar 44 puntos, pese a que contaban con uno de los presupuestos más altos de la categoría (11 millones de euros), jugadores de un nivel contrastado, con experiencia, y que fueron dirigidos por tres entrenadores: Fernando Vázquez, Javier Olaizola y Sergi Barjuan.

La Segunda A fue un calvario desde el principio para el conjunto balear, que desde su descenso, en 2013, permaneció más jornadas en la zona roja de la tabla que en posiciones de ascenso, que nunca llegó a vislumbrar.

El año pasado ya se salvó en la última jornada derrotando al Real Valladolid (1-3) en un partido dramático. Esa experiencia no fue suficiente para enmendar el rumbo de un equipo que está temporada estuvo quince jornadas en zona de descenso.

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Los propietarios del club desde enero de 2016, un grupo de inversores estadounidenses encabezados por Robert Sarver, dueño de los Phoenix Suns de la NBA, han anunciado, en principio, que no renunciarán al proyecto, pese al descenso, aunque tendrán que adecuar al estructura financiera y deportiva de la entidad a la nueva categoría.

El equipo balear ascendió a Segunda A en 1981 y desde entonces permaneció en esa categoría que alternó con ascensos a Primera división, el último de ellos, en 1997 que le condujeron a su etapa más brillante en la que conquistó una Copa del Rey (2003), disputó la Liga de Campeones (2001-2002) y fue subcampeón de la Recopa de Europa 1999-2000.

El Mallorca de sus mejores años ya es historia y afronta una etapa plagada de incertidumbre con el reto principal de que su paso por el pozo de la Segunda B sea lo más efímero posible.

La caída al pozo, que arrastra al filial mallorquinista a la Tercera división, se registra un año y tres meses después de que el club celebrase por todo lo alto el centenario de su fundación.