En pocas semanas Vicente Moreno alcanzará su primer centenar de encuentros dirigidos en Segunda B durante su fase regular, todos ellos a los mandos de Nàstic de Tarragona y Mallorca. Muchas horas de vuelo, casi siempre en cabeza, en las que apenas ha atravesado zonas de turbulencias.
Arranque
La carrera de Moreno en el área técnica arrancó en Xerez, un escalón por encima. Tras una brillante etapa como futbolista en Chapín, una vez retirado tomó el relevo de Juan Merino (2011) y apartó del fuego al conjunto andaluz, al que acabó salvando de la quema antes de marcharse al verano siguiente.
Su siguiente parada, la primera frente al paisaje de la Segunda B, le condujo ya a Tarragona. En esta ocasión le tocó sustituir a Santiago Castillejo (debutó como técnico en la categoría empatando en el campo del Constància) y aunque al final no consiguió el ascenso, llegó hasta la orilla. Solo cayó en la última eliminatoria del playoff, durante un duelo especialmente caliente ante el Llagostera del que salió malparado. Pero antes, en el tramo de campaña que dirigió hasta llegar al playoff (26 encuentros) cuajó la mejor tanda de resultados de su carrera, ya que ganó de manera consecutivas las últimas diez jornadas. Un final de campaña apoteósico al que, curiosamente, había precedido la hilera más gris de resultados. En total, su Nàstic se pasó cinco partidos sin sumar los tres puntos de una tacada. En cualquier caso, se trata de un dato sobre el que hay que poner un asterisco, ya que en mitad de esa serie ganó un partido al Atlètic Balears de Nico López (2-0) que se le dio como perdido por la alineación indebida del guardameta mallorquín Tomeu Nadal.
Desde entonces, Vicente Moreno no había vuelto a pasar tanto tiempo como ahora para festejar una victoria en la categoría de bronce. Porque al año siguiente (2014-15), también con el Nàstic, alcanzó el ansiado ascenso a Segunda División y durante el curso regular su mayor bache abarcó tan solo cuatro partidos.
La travesía de Moreno en Segunda B se interrumpió después hasta el pasado mes de agosto, cuando asumió el desafío de reintroducir al Mallorca en la burbuja de la Liga de Fútbol Profesional (LFP). Suavizó la temperatura del equipo y del club, rubricó un arranque de campaña soberbio del que todavía se beneficia y se pasó toda la primera vuelta sin perder. Obtuvo en la clasificación una serie de privilegios de los que todavía disfruta, pero sus números han perdido volumen desde que cruzó el ecuador del torneo.
En la segunda vuelta el Mallorca ha sumado 17 puntos de 39 y sería décimo, aunque se trata de un retroceso sin demasiada incidencia en la clasificación porque sus rivales directos tampoco lo han aprovechado: desde enero el Villarreal B ha sumado 18 y el Elche, 22. En cualquier caso, la tendencia a la baja se ha resaltado en el último mes y medio para los baleares, que en seis jornadas han padecido tres derrotas (Cornellà, Ebro y Valencia Mestalla) y han cosechado otros tantos empates (Villarreal B, Formentera y Hércules). Solo tres puntos. En este tiempo que ha pasado desde la última victoria (contra el Alcoyano, el 18 de febrero) solo hay otros dos conjuntos en el grupo que tampoco han ganado, el Alcoyano y el Atlético Saguntino. Aunque los primeros han sumado un empate más y una derrota menos que los bermellones.
Ahora el Mallorca tiene otros seis partidos para encauzar la buena marcha, recuperar el aliento y volcarse de lleno en el playoff: Lleida, Elche, Olot, Sabadell, Badalona y Deportivo Aragón.
2 comentarios
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Lo que más me preocupa, es la imagen de que no pasa nada dentro del club. La semana pasada se intentaba tranquilizar a la afición. El calendario no es el deseado para el primer objetivo, ser campeones. El segundo objetivo, vencer a otro campeon.
Lo cierto es que empieza a encadenar números de destitución fulminante.