La fina puntería que exhibió el Mallorca marcó a fuego su reaparición en Son Moix (4-1), pero también su interpretación del partido, especialmente durante el primer tiempo. Tácticamente, la lectura del conjunto balear resultó impecable. De hecho, la primera gran fractura que sufrió el partido estuvo propiciada por la interpretacion que hizo cada equipo del balón.
La partitura del Mallorca siempre fue clara y concisa. El Tenerife tuvo mayor posesión, pero casi siempre en zona muerta. Salva Sevilla gestionó la sala de máquinas como quiso, aunque el duelo se llevó incrustado el nombre de Aridai Cabrera.
El canario fue un problema sin solución para la zaga visitante. Marcó el gol que abrio el marcador —tras un buen servicio de Salva Ruiz—, y se puso el traje de cartero en el segundo y tercer tanto de su equipo.
La victoria reforzó la idea de Vicente Moreno y también la fe de un grupo que consumidas ocho jornadas sigue instalado entre los mejores del torneo.
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