Después de un campeonato decepcionante, el presidente optó por pasar el bisturí y prescindir de jugadores muy queridos por la hinchada como Gallardo, Riado, Barrera o Gerry Armstrong. Para dirigir las riendas eligió al catalán Benito Joanet, que el año anterior había ascendido al Cádiz. Entre los fichajes destacaron algunos veteranos como Bernal, Mantilla o Magdaleno y jóvenes con hambre caso de Luis García, que resultó clave, o el marroquí Hassan Fadil. El centrocampista del filial Tomás Gibert llegó a intervenir en una docena de partidos.
El Mallorca abrió el candado del campeonato con el pie cambiado, sobre todo a domicilio, con tres derrotas en las tres primeras salidas. Tampoco en el Lluís Sitjar obtuvo grandes resultados. De hecho, el equipo bermellón apenas había logrado una victoria en las ocho primeras jornadas.
Una derrota en casa ante el Deportivo precipitó la caída de Benito Joanet y su relevo por Serra Ferrer, que se estrenaba como entrenador del primer equipo después de un partido como técnico-puente en la 1983-84.
El pobler fue llegar y besar el santo al estrenarse con victoria en el Carlos Tartiere de Oviedo. El Mallorca de Serra se mostraba intratable en casa, pero tierno a domicilio. En Navidades se produjo un cambio de extranjero. El chileno Pindinga Muñoz sustituyó al finlandés Mika Lipponen, que no se adaptaba al calor de la Isla. Ni uno ni otro dejaron nada para el recuerdo...
A comienzos de febrero, una derrota en el Lluís Sitjar ante el Recreativo de Víctor Espárrago (2-3). Aquel tropiezo dejaba a los isleños en la parte media baja de la clasificación con -1 en su casillero. El ascenso se había convertido en una quimera.
De repente, el Mallorca comenzó a funcionar como una máquina gracias a los goles de Magdaleno y Paquete Higuera.
Un gol de Bernal en el Calderón ante el Atlético Madrileño abría el tarro de la ilusión a falta de tres capítulos para cerrar el libro de la temporada. Por delante, Sestao, Albacete y Logroñés. Ganó sin problemas a los dos primeros y visitaba a Las Gaunas dependiendo de sí mismo para certificar el ascenso.
El 18 de mayo de 1986, más de 3.500 seguidores mallorquinistas se desplazaron a Logroño para animar a su equipo. Un gol de Lotina que sorprendió a Mallo provocó el desánimo. Pero Serra movió piezas y el Mallorca empató gracias a una vaselina de Magdaleno. En el 86, llegó el éxtasis. Una bicicleta de Puskas, un pase atrás y el remate de Luis García que obró el milagro.
1 comentario
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Me acuerdo como si fuera ayer,yo era muy joven,trece años y puse la cinta vhs y vez tras otra viendo el gol muy emocionado,cinta que aun tenemos,el partido integro.El domingo sera muy dificil pero no imposible.Yo lo veo así,o le meteremos un saco de goles o no llegaremos por los pelos,pero seguro que el equipo muere en el campo.Si al final no ascendemos nos acordaremos de Pedraza