Los jugadores del Real Mallorca celebran el tanto de Lago Junior ante el Real Madrid en Son Moix. | MIQUEL A CANELLAS

TW
6

Hay fines de semana que, como las buenas fotos, deberían poder guardarse en el cajón para siempre. De ser así, hoy habría que ir haciéndole sitio al que acaban de archivar dos de los equipos mallorquines que habitan en las plantas más altas, el Mallorca y el Palma Futsal. Con menos de un día de diferencia, las escuadras que patronean Vicente Moreno y Antonio Vadillo redujeron a los dos mayores colosos del deporte español. Primero besó la lona el Real Madrid de fútbol, abatido en Son Moix por un gol de Lago Junior que no tuvo respuesta ni argumentos en contra. A la mañana siguiente, mientras los bermellones reordenaban los recuerdos de la noche anterior entre portadas de periódicos y highlights en las redes sociales, era el Barcelona de fútbol sala el que hincaba la rodilla frente al acierto de Lolo, Joao o Tomaz. Tanto los blancos como los azulgranas llegaban a sus partidos liderando la clasificación y sin una sola mancha de derrota entre sus números. Otra proeza para la colección.

Real Mallorca y Palma Futsal iluminaron un fin de semana que, sobre el papel y con etiquetas a mano, parecía un estrecho camino de espinas para ambos. En el caso de los primeros, es cierto que venían de romper con la mala dinámica en la que se movían con una victoria ante el Espanyol que desembocó en la destitución del entrenador perico. Sin embargo, de eso habían pasado casi dos semanas —el campeonato se había interrumpido el fin de semana anterior para atender a los compromisos de las selecciones nacionales— que podían enfriar las buenas sensaciones a las que se agarró aquel día el Mallorca después de seis jornadas consecutivas sin alzar los brazos. Por si fuera poco, el conjunto bermellón recibía en su domicilio, siete años y seis temporadas después, a un Real Madrid acomodado en la cumbre de la clasificación como el único representante del torneo que todavía no había perdido. Un hilo del que debía seguir tirando sobre un escenario en el que había padecido derrotas muy dolorosas, pero en el que no agachaba la cabeza desde hacía más de trece años.

Noticias relacionadas

Al Mallorca le bastó con una intensa descarga inicial para inclinar el encuentro hacia su esquina y cobrar una ventaja que luego defendería con los dientes. Lago Junior, seguramente el futbolista más representativo de su accidentada historia reciente —junto con Antonio Raíllo, el único que ha vivido el hundimiento hasta Segunda B y los dos ascensos encadenados que vinieron a continuación—, marcó el primer gol de su vida en Primera División en una noche para el recuerdo y con todo el planeta fútbol como testigo. Un tanto que el marfileño corrió a dedicar a Vicente Moreno, el entrenador más importante e influyente que ha tenido en la obra que empezó a esculpir hace más de una década al llegar España vía Soria. El Madrid de Zidane —con la vista puesta en el Galatasaray y en un clásico que al final ha quedado en aire apenas la prestó atención a su viaje a Mallorca— sucumbió a orillas del Mediterráneo como en su día lo hicieron el de la Quinta del Buitre o los Galácticos.

El reto del Palma tampoco era menor. Después de un inicio irregular que ya había amortiguado con sus últimos compromisos, volvía a conectar una salida llena de trampas. Esta vez en el Palau Blaugrana, donde le esperaba un Barcelona que había resuelto con triunfos sus cinco encuentros anteriores.

Los de Antonio Vadillo sacaron el martillo nada más pisar territorio azulgrana y los goles de Lolo y Joao le pusieron en órbita. Una renta jugosa que incrementó Tomaz tras el paso por los vestuarios y que fue imposible de contrarrestar para los de Andreu Plaza, volcados sin éxito en un final de partido que solo sirvió para apretar el tanteador. Una victoria de las que dejan marca y un fin de semana de los que no se olvidarán nunca.