TW
1

La revolución gestada por Vicente Moreno en Zorrilla fue aplastada en un plis plas. Apenas duró cincuenta minutos, el tiempo que invirtió el Mallorca en extender la alfombra a su adversario y dimitir del partido. Con Fabricio bajo palos, Joan Sastre de vuelta al flanco derecho, Marc Pedraza incrustado en la sala de máquinas y Take Kubo en el equipo titular, la escuadra balear protagonizó otro de sus sonados naufragios cuando viste la zamarra de visitante (3-0).

Por encima de los cambios que introdujo el entrenador balear, la paradoja del partido estuvo sin duda en todo lo que sucedió sin que pasara nada. Sin exponer demasiado fútbol, el Valladolid se encontró con una renta fabulosa.

Noticias relacionadas

Es cierto que el Mallorca tampoco se había dejado ver en exceso, pero no menos que la escuadra de Pucela. De hecho, asustó al principio de la contienda.

Esta vez sus concesiones fueron inaceptables. Primero en el remate de Joaquín Fernández y luego en la acción que origina el penalti del entierro. No se entendieron Fabricio y Raíllo, aunque la cesión del central fue una invitación al suicidio.

El Mallorca nunca se repuso a sus propios destrozos, aunque el núcleo de su problema está en el nivel de su propia plantilla, insuficiente para un viaje tan exigente.