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La semana grande acabó con el Mallorca fuera del fango, pero con solo un punto de los nueve posibles en la mochila y la sensación de que el agujero del vestuario es más profundo de lo que parecía. Dos derrotas y un empate en casa ante rivales de tu Liga y la sensación de que ‘És lo que hi ha’. Porque ni siquiera con el plan B, con los menos habituales, el equipo balear pudo alterar el destino que le persigue cada vez que se sube a un avión. Cinco salidas y cinco derrotas.

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El partido 1.000 comenzó como una fiesta, con Ronaldo entregándole un recuerdo a Molango, y acabó con la derrota más sonrojante de la era Moreno. Jamás el técnico masanasero había sufrido una derrota por tres goles de diferencia como técnico del Mallorca. Pero lo peor es que el grupo abandonó Pucela zarandeado por un rival que tampoco es que fuera el Dream Team. Le bastó con aprovechar los errores -un gol de córner y otro de penalti- para atrapar el botín y pasar el domingo con una sonrisa.

Moreno agitó el árbol y el resultado fue dantesco. Abdón Prats, que salió desde el banquillo, fue el único capaz de tirar a puerta. Si el jueves fueron Trajkovski y Salibur los que arrojaron la oportunidad a la basura, ayer le tocó a Fabricio, Pedraza y Kubo, las tres novedades del once que no aportaron demasiado. El dilema de Moreno es tremendo: si juegan siempre los titulares, se fatigan; y si apuesta por los suplentes, éstos restan más que suman...