La historia de cada enero vuelve a repetirse en 2020. El Mallorca tiene que recurrir otra vez a la ventana de fichajes del primer mes del año para rectificar una planificación errónea que ha llevado al equipo a ocupar una plaza en el furgón de cola. Sin embargo, antes de entrar es imprescindible liberar fichas, es decir, ceder, traspasar o malvender a un buen puñado de jugadores cuya participación en lo que va de temporada no pasa de testimonial y que son simplemente un número más para Vicente Moreno.
Si Javi Recio y Maheta Molango encuentran el modo de liberar espacio en el vestuario, habrá que ir con urgencia al mercado y fichar con criterio para aumentar el potencial, el talento y la calidad de la plantilla.
No es el Mallorca un club que tenga la virtud de acertar. Es verdad que ha cumplido con los objetivos de ascender a Segunda A y a Primera, pero a costa de fichar muchísimo. Como muestra, los últimos movimientos en invierno. Esta administración ha acudido a la ventana de enero en 2016, 2017, 2018 y 2019 y en total ha fichado a 19 jugadores. De todos los refuerzos de invierno solo siete han aprobado y se han consolidado en el equipo. El resto, simplemente tuvo un papel testimonial. Los aciertos tienen nombres propios: Lago Junior, Ortuño, Salva Ruiz, Fran Gámez, Aridai, Leo Suárez y Budimir. Cada uno tuvo su momento, algunos lo prolongaron incluso hasta esta misma temporada, pero el resto decepcionó o tuvo un papel secundario, como Dani Ndi, Sasa Zdjelar o Stojiljkovic.
Se encuentra ahora el Mallorca con la obligación de acertar y sobre todo de encontrar a futbolistas que representen un «valor seguro», futbolistas con recorrido y con capacidad para ponerse el primer día a las órdenes del entrenador y jugar tras un par de entrenamientos. No es fácil, pero este año es imprescindible acertar, más que nunca, porque está en juego evitar perder el rango.
El primer gran paquete de jugadores que llegaron el mercado de invierno está localizado en enero de 2016. Al poco de aterrizar la administración Sarver, el club se lanzó a por todas para tratar de reforzar al equipo que estaba tentando a la suerte y peligraba seriamente la categoría. Llegaron hasta siete futbolistas. Se pagó traspaso por Pol Roigé, Lago Junior y Óscar Díaz -de los dos últimos abonó su cláusula de rescisión a Mirandés y Numancia, respectivamente- y se incorporó a su vez a Adrián Colunga, Salomao, Ortuño y Tomeu Nadal, que llegaría un poco más tarde. Solo Lago, que sigue en el club, y Ortuño funcionaron.
El peor invierno de la actual propiedad fue el de 2017. El equipo, que en junio descendería a Segunda B, realizó tres incorporaciones y dos ellas para la misma posición, ya que tanto Saúl García como Angeliño aterrizaron para reforzar el lateral izquierdo, un puesto en el que ya disponía de Joan Oriol. El otro fichaje fue el del serbio Sasa Zdjelar, cedido por Olympiacos.
Ya en Segunda B, el Mallorca también aprovechó la ventana de enero. Uno de los refuerzos más llamativos fue el del argentino Alejandro Faurlín, aunque en Son Moix nunca le fue bien. Lo mismo sucedió con Álvaro Bustos y Ndi. La nota positiva la ponían Salva Ruiz, Aridai y Gámez.
De vuelta a Segunda y a mitad de camino, el Mallorca aprovechó su buen momento para dar un paso más y fichó a Ante Budimir, su delantero titular en Primera; Leo Suárez, que también fue importante en las últimas estaciones del ascenso y Nikola Stojiljkovic, que apenas participó.
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