Take Kubo, el Cucho Hernández y Ante Budimir, la KCB de Vicente Moreno. | Redacción Deportes

TW
0

Justo antes de que el coronavirus precintara la Liga, el Mallorca había empezado a abrirse paso entre la maleza. Vivía bajo el nivel mar y le costaba dar dos pasos iguales, pero tras muchos meses de pruebas parecía haber encontrado del mapa del tesoro en ataque. Take Kubo, el Cucho Hernández y Ante Budimir, la KCB de Vicente Moreno, funcionaba a pleno rendimiento y dejaba cuantiosos beneficios en el área de enfrente. Una triple sociedad tan dinámica como efectiva que entre las botas del japonés, el colombiano y el croata ya había reportado catorce goles, la mitad de los que había firmado el equipo tras 27 jornadas.

El Mallorca y su entrenador necesitaron más de media liga para elaborar un plan efectivo y acumular dinamita de cintura para arriba. Budimir (9 goles), clave en el club desde su llegada, disponía de un asiento fijo en la delantera tras el ascenso, pero en la mayoría de sus maniobras únicamente encontraba apoyo a su espalda, en jugadores como Lago Junior (4 goles) y Dani Rodríguez (5 goles) que asumían buena parte de la responsabilidad frente a la portería contraria. Sin embargo, esa ayuda, fundamental en algunas de las victorias más deslumbrantes de la primera parte del curso, necesitaba más músculo y recorrido a medida que la carretera se empinaba.

La productividad de Budimir, al que la pandemia sorprendió como el mejor goleador croata de las grandes ligas europeas, encontró más espacio al tiempo que Kubo iba creciendo Sin un lugar fijo sobre el que acomodarse, el japonés le ofrecía al Mallorca salidas en espacios cerrados, pero sus punzadas llegaban casi siempre saliendo desde el banco y con el guion agrietado. El joven futbolista cedido por el Madrid halló un hueco más o menos estable en el once a finales de 2019, pero su mejor versión empezaría a funcionar en febrero. Con Budi cerca y el Cucho Hernández pegado a ambos. Al delantero colombiano también hubo que esperarlo. Cedido por el Watford al final del verano, una lesión que arrastraba desde el Mundial sub'20 y el posterior paso por el quirófano aplazaron su estreno como mallorquinista hasta el puente de la Constitución, precisamente frente al que será el primer rival postpandemia: el Barcelona.

El Mallorca empezó a emitir buenas vibraciones con los tres juntos sobre el campo. Lastrado por sus continuos desmayos tras la verja de Son Moix, estuvo a punto de dar un golpe sobre la mesa en el campo del Betis, a finales de febrero. De hecho, la KCB nació en esas fechas, una noche de viernes, sobre la hierba del Villamarín. Marcaron los tres y airearon la vanguardia isleña. No bastó para cercenar la mala racha a domicilio, pero sí despejaría la calzada.

Noticias relacionadas

La influencia del tridente se extendió en Eibar un par de semanas más tarde. Ahí sí, el Mallorca plantó su bandera. De los tres, solo marcó Kubo, aunque Moreno ya tenía el molde que le faltaba. Sin contar, en cualquier caso, con que el fútbol quedaría congelado horas más tarde.

Contra el Barça, la KCB tiene mucho que decir. Los tres hallarán alicientes en un duelo que no los necesita. Kubo se reencontrará con el que fue su club de formación. El Cucho, que ya le marcó con el Huesca, quiere añadir otro trofeo a su vitrina. Y Budimir volverá a tener delante a un rival que se le da bien. Le marcó con la Sampdoria en un trofeo Gamper y en la primera vuelta ya superó en dos ocasiones a Ter Stegen para firmar el segundo de los tres dobletes que amontona. El sueño está en sus botas.

El portero del Mallorca Manolo Reina.

Reina, frente al mejor ataque de toda la Liga

El desafío que supone para el Mallorca la visita del Barcelona lo es también, y de manera especial, para Manolo Reina. El portero malagueño. el segundo de la Liga que más paradas realiza, se enfrenta al ataque más temible después de 27 jornadas, ya que el Barça, hasta el parón del pasado mes de marzo, sumaba 63 goles a favor en las estadísticas del torneo.

De hecho, el conjunto balear ya sufrió la pólvora culé en el partido del Camp Nou, en la primera vuelta. Ese día y aún bajo el mando de Ernesto Valverde, el conjunto azulgrana le endosó una manita (5-2, con un hat-trick de Messi, un tanto de Griezmann y otro de Luis Suárez).