Manolo Reina, portero del Mallorca, atrapa un balón ante Russo, Dani Rodríguez y Raíllo. | M.A.BORRÀS

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Mientras levanta una pared para seguir aislado en las alturas, el Mallorca ha cambiado de hábitos. Segundo en la clasificación y con dos partidos de margen sobre el primero de sus perseguidores —aventaja al Almería, tercero, en cinco puntos más el golaverage— el conjunto balear parece haber invertido últimamente la tendencia sobre el tapete.

Acostumbrado desde septiembre a facturar más puntos fuera de Son Moix que en el salón de su casa, el equipo de Luis García le ha dado la vuelta al calcetín en 2021 y el volumen de lo que ingresa en Palma ya supera a lo que cosecha cuando se sube a un avión.

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El Mallorca atraviesa estos días su peor bache de resultados como visitante, aunque sigue siendo el mejor del torneo en ese sentido. Llegó hasta la jornada 29 con la armadura intacta, pero desde que el Sporting pinchó la burbuja en la que vivía no ha vuelto a ganar siendo forastero. Solo ha sumado un punto, el que recogió el domingo en Las Palmas, de los últimos nueve.

En su estadio, el Mallorca ha empezado a recorrer un camino inverso y desde que le superó el Espanyol, a sus invitados solo les ha dejado las migajas. Ha ganado tres de las cuatro últimas funciones que ha representado y solo el Oviedo le privó del pleno tras arañar un empate sin goles.

La escuadra isleña, que ha visto como el Espanyol empieza a demarrar al tiempo que el Almería empequeñece a su espalda, es el mejor equipo de la segunda vuelta del campeonato tras apilar 23 puntos en 12 jornadas, uno más que el Espanyol y tres más que Sporting y Leganés. De los 65 puntos que suma en global, 33 los ha recogido en su morada.