Los jugadores del Mallorca felicitan a Fer Niño tras el gol del triunfo, ayer, en Vitoria. | Carlos Gil Roig

TW
0

Su apellido es carne de relato. Para un titular fácil. De esos que llaman la atención sin necesidad de adornos. El protagonista es un niño y su linaje es Niño. Y ayer lanzó al Mallorca en Vitoria (0-1). Eligió el dorsal (el 26) que lució su padre durante la primera época Cúper y protagonizó un estrenó que corroboró las expectativas que envuelven al delantero prestado por el Villarreal.

Fer Niño recibió un telegrama conciso de Salva Sevilla y tocó el balón lo justo para elevarlo sobre Pacheco, que dudó en su salida y entró en pánico. La acción que decidió el partido acumuló precisión y oficio a partes iguales. El servicio de Sevilla fue magnífico, al igual que el movimiento de Niño entre dos defensores del Alavés y su posterior golpeo. La presencia de Fer Niño sobre el césped de Mendizorroza se activó durante el segundo acto, cuando Luis García Plaza respondió de forma enérgica ante una situación que para cualquier otro entrenador hubiera representado una enorme disyuntiva. Con el adversario en inferioridad (Duarte acabó expulsado), el Mallorca pudo plegar velas y blindar un empate, pero su mensaje fue otro. LGP agitó a su equipo y lo lanzó a por el partido.

Con anterioridad, la escuadra balear había acumulado más méritos que su rival, pero no fue hasta el arranque de la segunda parte cuando acentúo su gobierno y logró el gol de Fer Niño, que en su debú se portó como un hombre.