El Mallorca, que en Mestalla sí consiguió mitigar la sequía lejos de Son Moix —llegaba a Valencia después de tres derrotas consecutivas como forastero—, empezó a padecer la maldición del epílogo en su propia casa,durante el partido contra Osasuna. En un duelo que empezó perdiendo y que luego arregló antes del descanso, el cuadro insular se desplomó cuando el telón estaba a punto de descender. Con el 2-2 en el marcador, el encuentro convertido en una moneda al aire y a solo un minuto para entrar en el tiempo añadido, Javi Martínez alojaba en la red un centro desde la izquerda de Manu Sánchez y privaba a los bermellones de un punto prácticamente sobre la bocina (2-3).
El encuento contra el Levante del pasado 2 de octubre ha sido el único del último mes en el que el Mallorca mantenía el tipo hasta el final, aunque también es cierto que para conseguirlo Manolo Reina tuvo que detenerle un penalti a Morales en el 85.
Antes del mazazo que supuso el empate contra el Valencia, sin duda el más doloroso de todos por la manera en la que se concretó, el Mallorca también había recibido un duro golpe anímico en Anoeta. Ese día el partido se le había puesto muy de cara antes del descanso gracias a la expulsión de Aihen Muñoz, pero no supo concretar su superioridad y acabó entregado de nuevo a la Real Sociedad. Un tiro de Julen Lobete que desvió levemente Franco Russo y que se escurrió entre los guantes de Reina se llevó otro punto.
El Mallorca, que ha mantenido bajada la persiana de su portería en cuatro ocasiones (Alavés, Espanyol, Villarreal y Levante), es sin embargo uno de los conjuntos más goleados de Primera División, ya que en los otros seis partidos ha amontonado hasta el momento 15 tantos en contra. Fuera de su estadio es donde más se aprecia la irregularidad defensiva: solo una vez ha acabado un partido imbatido como visitante y fue en la segunda jornada, sobre la hierba de en Mendizorroza.
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