Imagen de la pañolada. | Miquel Àngel Llabrés

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El partido ante el Elche también se jugaba en la grada. Durante toda la semana, principalmente a través de las redes sociales, se había incentivado a los seguidores con el fin de que unieran sus fuerzas en una pañolada reivindicativa para tratar de protestar contra las últimas decisiones arbitrales.

El plan inicial era protestar en los minutos 12 y 57 como siempre se ha protestado en las gradas, con un pañuelo blanco o un papel de periódico.

La iniciativa del Moviment Mallorquinista encontró la respuesta favorable de los socios y seguidores del club que en ese momento puntual de cada parte lanzaron al viento una prenda o papel blanco para exteriorizar una airada queja contra el colectivo arbitral, el VAR, los comités, sin olvidar también a Javie Tebas y los horarios malditos. Un poco de todo. Ya que se protestaba que recibiera todo el mundo.

Desde la grada Lluís Sitjar se exhibio una pancarta en la que se podía leer con riqueza tipográfica lo siguiente: «Si hay que llorar, LaLiga es un carnaval». Se leyo el escrito, pero quien más quien menos se quedó un poco descolocado ante el mensaje. Pero lo importante era el detalle y al final entre una cosa y otra algo más de diez minutos después se señaló el primer penalti a favor del Mallorca. No se sabe si fue o no vinculante una cosa con otra, pero lo cierto es que la tarde en la que se protestó, el Mallorca vio cómo se le señalaba uno de esos penaltis modernos de hoy en día. Esas faltas que lo son a medias, o que no lo son, pero se pitan, o que no se pitan, pero el VAR las señala. En fin, esos penaltis de nuevo cuño que no termina de entender nadie pero que unas veces te caen a favor y otras en contra. Es un poco una moneda al aire. Salió cara en esta ocasión.

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Para romper todas las estadísticas de estas últimas semanas el descuento deparó una alegría a la parroquia mallorquinista. Por fin la tostada cayó del lado donde no hay mantequilla y el gol fue para los de Luis García.

Había más minutos dedicados, por ejemplo, a animar a Dani Rodríguez, pero pasó desapercibido. Tampoco se trataba de entrar en el campo con una hoja de instrucciones para saber qué hacer cada cierto tiempo. Fueron casi trece mil los aficionados que acudieron al estadio. Una buena entrada. El próximo partido en Palma es casi en Navidad.