El extremo japonés del Mallorca Takefusa Kubo disputa el balón ante el defensa Andoni Gorosabel y el centrocampista Ander Guevara. | CATI CLADERA
El Mallorca parece empeñado en seguir jugando con fuego. El grupo balear tiró a la basura una gran oportunidad para escapar del fango y meter una distancia notable con respecto al descenso. La Real Sociedad recurrió a la magia de Silva y Merino, que repartieron las cartas como quisieron mientras Sevilla y Antonio Sánchez caían en el engaño una y otra vez, para hurgar en la herida abierta de nuevo en el vestuario. En un partido en el que podía dejar casi sentenciada media salvación, la hinchada abandonó Son Moix empapada y con la sensación de no haber visto nada. Porque el Mallorca jamás se vio con opciones y fue incapaz de crear una ocasión, ni siquiera una, de peligro. Fue mucho peor la imagen que el resultado.
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