El guardameta serbio del Mallorca, Predrag Rajković, durante el partido de este lunes ante el Athletic de Bilbao en San Mamés. | Miguel Toña

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Sabíamos de él que tiene apariencia de vikingo, que había convertido a su hijo en viral al fotografiarlo en los brazos de Messi y que alguien le bautizó en su momento como el Oblak de los pobres. Para todo lo demás, el mallorquinismo ha tenido que esperar a que la rueda de la Liga empezara a girar sobre la hierba de San Mamés. Predrag Rajkovic (Negotin, 1995), una de las dos únicas caras nuevas que iluminan este verano la plantilla del Mallorca, se presentó ante su afición y ante el resto de la Liga con un partidazo. Con una actuación formidable de las que tienen reflejo en la clasificación.

La carta del portero era una de las pocas que seguían boca abajo. Desde su llegada al vestuario, un tanto eclipsada porque coincidía con la de Muriqi, el balcánico no se había dejado ver demasiado. No pudo jugar por problemas burocráticos el único partido de la pretemporada que se escenificaba en Palma -contra el Sporting- y solo acumulaba minutos bajo la larguero en los encuentros contra el Nápoles y el Ibiza. Su momento quedaba aplazado hasta que la Liga rompiera a hervir. Fue el propio Aguirre, en la antesala de la visita a Bilbao, quien acabó de despejar los únicos interrogantes que faltaban por depejar y confirmó que iba a entregarle las llaves de la portería.

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Rajkovic acabó convirtiendo el partido de San Mamés en su fiesta particular. A los tres minutos desbarataba la primera ocasión de Villalibre y antes de los veinte ya había comenzado a minar la confianza de Alex Berenguer. Llegando al descanso, desde el suelo, incluía a Muniain en una lista de damnificados que siguió redactando a medida que el reloja avanzaba y el duelo subía de temperatura. Primero tocando lo justo el balón para cambiarle la trayectoria y llevarlo hasta el palo. Y luego, con el Athletic en llamas, sacando sobre la línea y a contrapié un remate mordido de Guruzeta que se envenenó tras tocar en el cuerpo de Raíllo.

«Estoy muy contento por el debut», explicaba Rajkovic con el partido acabado. «Ha sido muy difícil, pero al final hemos conseguido un punto muy importante para nosotros. Tenemos muchas ganas de jugar en casa y de conocer a nuestros aficionados».

El otro debutante del encuentro también merece aparecer en los títulos de crédito. José Copete (Écija, 1999), que parece cortado por el mismo patrón que sus compañeros de muralla, rindió a un gran nivel al costado de Martin Valjent y Antonio Raíllo. A sus 22 años, el defensa andaluz debutaba en la máxima categoría en uno de los templos de la Liga y aprovechaba la ocasión para hacerse notar y para extender esas huellas que dejó la temporada pasada en Segunda División como futbolista de la Ponferradina. «Ha sido un partido muy complicado, pero nos vamos muy contentos por el punto que hemos conseguido», destacaba. «El partido se ha hecho largo porque, al fin y al cabo, aún estamos cogiendo rodaje y ha sido un partido muy exigente. Desde el principio me he entendido muy bien con Raíllo y con Valjent. Tenemos que seguir».