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Ya saben que el Mallorca tiene dos caras. Y este sábado, claro, jugaba lejos de Son Moix y el equipo de Javier Aguirre exhibió su peor versión. El Espanyol ganó (2-1) al Mallorca en Barcelona en un duelo marcado por los errores defensivos del equipo. Y por un buen número de decisiones arbitrales, todas cuestionables, que perjudicaron siempre al Mallorca.

El Mallorca entró bien, para variar, en el partido, Dani Rodríguez tuvo una buena oportunidad, un posible penalti en el área catalana quedó sin sanción, y Braithwaite inauguró el marcador demasiado pronto. El equipo de Aguirre notó el golpe, pero Muriqi empató antes del descanso.

El segundo tiempo fue diferente. Braithwaite adelantó al Espanyol con prontitud tras una posible falta sobre Kang In Lee que el árbitro no consideró. El cronómetro voló hacia el final, Aguirre introdujo cambios, acumuló hombres de ataque, pero el marcador ya no se movió.

La tecnología siempre supone cambios, giros y variaciones, no siempre bien recibidos por los protagonistas. El VAR se ha instalado en el fútbol español y debe servir para mejorarlo. En definitiva, se trata de minimizar los errores arbitrales y evitar demasiadas decisiones equivocadas. No tengo ninguna duda de que el VAR es un instrumento válido, aunque hoy por hoy es una herramienta que, lejos de disminuir las polémicas, ha incrementado su intensidad. Y es que, finalmente, las personas que manejan el VAR también son árbitros. Definir cuándo y por qué razones debe recurrirse al VAR es imprescindible. ¡Ah! Y deben también fijarse unos criterios claros e invariables en función de los contendientes en jugadas tan habituales como las manos en el interior del área. Parece imposible, pero no lo es.