El Mallorca postmundial se ha empeñado en ir despachando las jornadas subido a un tobogán. Metido en el salón de su hogar, junto a su gente, es capaz de minimizar al Atlético, de anular al Real Madrid o de golear al Villarreal. Fuera de su domicilio la cosa es muy diferente. Se ahoga en Getafe, entrega las armas antes del descanso cuando viaja a Cádiz y se desploma, de repente, ante un Espanyol que llegaba al encuentro como el segundo peor conjunto local de la Liga. «No sé qué le pasa al equipo fuera», contaba Muriqi sobre la hierba de Cornellà. Pues ya somos unos cuantos, Vedat.
Para ser justos hay que destacar que el partido del Mallorca en el campo del Espanyol está muy por encima de lo que habíamos visto en los últimos meses, aunque eso, a efectos prácticos, no sirve de mucho. La escuadra de Javier Aguirre cuajaba un primer tiempo notable y si no llega a reincidir en ciertos errores seguramente habría llevado el partido a su esquina para manejarlo allí a su antojo. Aunque más allá del fallo puntual de Rajkovic, el gran problema del equipo en el RCDE Stadium lo aireaba tras pasar por los vestuarios durante el descanso. La electricidad de Nico Melamed y una bajada de tensión colectiva le ponían cara a la pared y le obligaban a darle la vuelta al calcetín, con todo lo que eso cuesta. Pasado el mal trago de subirse a un avión, se acerca el colista, vienen dos partidos consecutivos en casa y la carretera vuelve a tirar hacia abajo. ¿O no?
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Al Mallorca le hundieron ayer la salida dormidos después del descanso (¿dónde está la carta psicológica del entrenador en el vestuario?) y los nefastos cambios que se hicieron para nivelar el encuentro: Ángel y Amath, dos nulidades absolutas, como lo fueron antes Tino y Kang. Kang se harta de perder pelotas en cada partido y quien debería verlo aun no se ha dado cuenta. Cuando el único delantero, con Muriqi, capaz de marcar goles lo dejas fuera hasta el minuto 89 estás dando la medida de tu estulticie. Y mucho ojo con el Elche. Que es un equipo que juega muy bien pese a su nefasta clasificación, en parte propiciada por errores arbitrales. Es un partido trampa. El Mallorca es especialista en resucitar moribundos. Nada de salir dormidos. El entrenador es el responsable directo de utilizar la psicología. Además de no alinear nulidades, por supuesto.