El Real Mallorca supera la primera prueba

Aguirre cumplía su palabra y armaba un equipo en torno a Cyle Larin para resolver el trámite que le planteaba el líder del grupo norte de la Preferente gallega. Junto al canadiense, necesitado de pólvora y autoestima, alineaba el entrenador mexicano a un conjunto abrochado atrás por Dominik Greif y una línea de cuatro de defensas y articulado en el centro del campo por uno de esos futbolistas del filial de los que había desplazado a Barraña: Rubén Quintanilla.

Las cinco categorías de diferencia no iban a ser muy llamativas durante la primera media hora. Hasta entonces, el Mallorca monopolizaba el control del balón y trataba de hallar espacios a base de pico y pala. Entre la lluvia y un viento incómodo, el Boiro se presentaba como una formación seria y dispuesta a ofrecer pelea. Y a su invitado, que en los últimos años ha ido acumulando unos cuantos partidos de este tipo, tampoco le quemaban las prisas.

El principio del fin de la eliminatoria lo redactaba Abdón. Con el brazalete de capitán ceñido a su brazo izquierdo, el de Artà firmaba el primer gol del torneo para el Mallorca después de sortear a Mario Barreiro dentro del área pequeña para convertir en oro un balón que había amortiguado Larin después de un envío desde la izquierda.

Sin apenas tiempo para digerir el primer tanto iba a llegar el segundo. Toni Lato forzaba un penalti y el propio Abdón, que le había ofrecido a Larin la posibilidad de lanzarlo, cerraba con llave el encuentro. Aun así, el Boiro iba a levantarse en armas antes del descanso. En una nueva muestra de orgullo, los de Anxo Casalderrey forzaban un par de saques de esquina y obligaban a estirarse a Greif.
Alertado por lo que había sucedido a las puertas del descanso, el Mallorca regresaba al partido con todo. Hasta que Larin, a los pocos segundos de la reanudación, le quitaba el tapón a sus números personales con un testarazo picado a centro de Maffeo.

El 0-3 y la pesadez del terreno de juego por culpa de la lluvia desteñían un poco le última media hora. No para Javier Aguirre, que quería aprovechar el tiempo para probar a ciertos jugadores, bautizar a otros —debutaban en partido oficial David López, Daniel Luna o Pau Mascaró— y ensayar nuevas fórmulas. Ni para Abdón Prats, empeñado en culminar el hat-trick que le quería negar el portero del Boiro.