La Copa del Rey es el jardín del Mallorca. El lugar favorito del club y el torneo que más seduce de sus aficionados, que ya han empezado a trazar sus planes para acudir esta primavera a la capital hispalense y disfrutar en compañía de otro desplazamiento único. Sevilla se unirá a otros lugares de peregrinaje rojinegro, como lo fueron en su momento Madrid (1991), Valencia (1998) y Elche (2003).
Esta vez el Mallorca llega al partido por el título después de seis escalas en las que ha tenido que apartar del camino a rivales de cuatro diferentes. Empezó el viaje el 1 de noviembre frente al Boiro de Regional Preferente gallega (0-4) y lo continuó en Navarra frente Valle de Egüés de Segunda RFEF (0-3). Ya en 2024, celebró los Reyes superando al Burgos CF en El Plantío (0-3) y viajó a Tenerife para disputar los octavos de final, donde emitió el billete para subir de nivel gracias a un gol de Larin en el último segundo de la prórroga (0-1). La carretera empezó a empinarse de verdad en cuartos, con la visita del Girona a Son Moix (3-2) y con el emparejamiento que solventaba este mismo martes, ahora ya a doble partido, frente a la Real Sociedad.
A la espera de conocer al que será su rival, que no se definirá hasta este jueves en San Mamés (parte con ventaja el Athletic, que se impuso en el partido de ida del Metropolitano, 0-1), el Mallorca ya puede fijar la mirada en un duelo que en poco más de un mes volverá a movilizar a miles de aficionados. A partir de este miércoles el club se pondrá a trabajar en los detalles de la gran cita con el gran objetivo de que nadie se la pierda.
Para el Mallorca será la cuarta final de Copa del Rey en los últimos 33 años. Y hasta el momento la mas dulce de todas sigue siendo la más reciente, en la que celebró su primer título bajo la dirección técnica de Gregorio Manzano después de golear al Recreativo de Huelva en el Martínez Valero de Elche con goles de Walter Pandiani y Samuel Etoo (2). Con esa victoria el club se sacaba la espina de las dos finales anteriores, perdidas de forma muy diferente.
La final de 1998, en Mestalla, desembocó en uno de los partidos más recordados y emotivos de la historia del Mallorca. El equipo dirigido entonces por Héctor Raúl Cúper cayó en los penaltis frente al Barça de Louis Van Gaal (1-1) tras jugar la prórroga claramente mermado por los problemas físicos, además de las expulsiones de Romero y Mena, y perdonar la victoria con un lanzamiento de Jovan Stankovic.
En la primera final de todas, la de 1991 en Madrid, el Mallorca pagó la novatada. El equipo que entrenaba Llorenç Serra Ferrer se enfrentaba al Atlético de Madrid en un Santiago Bernabéu lleno de seguidores colchoneros y se quedaba sin opción al título en la prórroga, tras un gol de Alfredo Santaelena (1-0).
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