Imagen de la animación en Son Moix, con el sector de mallorquinitas de fondo. | Teresa Ayuga

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El Gol Norte del estadio de La Cartuja ya tiene un hueco en la memoria del mallorquinismo. Situados bajo una enorme pancarta que recorría el fondo del campo de un lateral a otro con la leyenda ‘Tot Mallorca està amb tu' y la mirada complice de Dimonió, los más de veinte mil mallorquinistas que viajaron a Sevilla añadieron otro escenario y otra final a su álbum de recuerdos y dieron otra lección durante todo el partido, demostrando que esa frialdad con la que se la definía antes ahora no es más que tópico.
Los mallorquinistas empezaron a colorear su sector del campo en cuanto se abrieron las puertas de la Cartuja, tres horas antes de la final. Las dudas que había despertado el sistema de entradas digitales de la RFEF hizo que muchos quisieran acceder lo antes posible a su localidad para evitar sustos de última hora pese a que en ese momento la Fan Zone estaba en plena ebullición.

Eso hizo que fueran los isleños quienes mandaran en las gradas durante la previa. Los aficionados del Athletic, que multiplicaban por cuatro a los mallorquines que había por las calles de Sevilla, apuraron su acceso a La Cartuja, aunque luego recuperarían el tiempo perdido.

De la mano de Jaume Colombàs, speaker del Mallorca que ya había puesto boca abajo el Parque del Alamillo junto a su hermano Paco, los dimonis y el resto de artistas invitados, la hinchada bermellona se lo pasó en grande y fue subiendo el volumen a medida que se acercaba la hora del partido. La primera gran explosión se producía cuando en los videomarcadores de La Cartuja se proyectaban las imágenes de los futbolistas, con Javier Aguirre al frente, bajando del autocar para meterse en las tripas del estadio y salir poco después a reconocer el terreno de juego. Mientras los jugadores tomaban fotos y buscaban a sus familiares entre las gradas, resonaban algunos de los tradicionales gritos de guerra de Son Moix y se celebraban los goles que marcaba el equipo en los videos que reproducía la Federación para recordar cómo había llegado su equipo a la final contra el Athletic. Era el comienzo de una noche inolvidable. De emociones y de alguna que otra lágrima. De fútbol y mallorquinismo en mayúsculas.

Y es que el gran éxodo mallorquinista tuvo su centro de reunión en un estadio que ya va a quedar en la memoria de los seguidores como un recinto mítico y único. Como lo fue en su momento el Santiago Bernabéu, pero especialmente también el campo de Mestalla en Valencia, pese a que la final ante el Barcelona no se ganó. El Martínez Valero es el otro gran recinto inolvidable de los seguidores. Ayer, La Cartuja, por todo lo que representa, se queda también como uno de los cromos imprescindibles de los seguidores del conjunto bermellón. Han sido horas y días muy intensos que tuvieron ayer la gran fiesta final en el inmenso campo sevilano.