Javier Aguirre, entrenador del Real Mallorca, durante un partido de esta temporada. | Javi Colmenero

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Javier Aguirre Onaindia (Ciudad de México, 1958) se mueve estos días entre la tranquilidad de quien acaricia su objetivo y la incertidumbre del que desconoce su futuro. El Vasco, que como buen entrenador no contará con la permanencia hasta tenerla guardada bajo llave, va cincelando sus números entre los técnicos más representativos que ha tenido el Mallorca en Primera División mientras el silencio, el suyo y el del club, alimentan el debate sobre su continuidad en Son Moix más allá del 30 de junio.

Aguirre volvió el domingo de Cádiz con otro trabajo a punto de rematar. El Mallorca alargó su sequía de victorias como visitante y dejó con un hilo de respiración a un Cádiz al que observa por el retrovisor, pero también se trajo la salvación enmarcada. El día que sea matemática, probablemente en un par de jornadas, habrá cumplido por tercera su objetivo desde que llegó al banquillo bermellón a finales de marzo de 2022. En su primera temporada lo salvó de un descenso casi seguro, en la segunda lo llevó a las puertas de Europa y en la tercera, adornada con una inesperada final de Copa del Rey, lo mantendría con su balance más discreto.

Con el del pasado domingo en el Nuevo Mirandilla Aguirre ya ha dirigido al Mallorca en 92 partidos oficiales y 80 veces en el campeonato de Liga. En su trayecto a bordo de la nave rojinegra solo ha pasado cuatro jornadas tras las rejas del descenso y en las otras 76, las 73 últimas de manera consecutiva, ha flotado por encima de la línea roja de la clasificación. Un argumento que utiliza a menudo para defender el trabajo de su cuerpo técnico cuando se amontonan los partidos grises o cuando se cuestiona la estética de su modelo de juego, bautizado por la afición como fútbol tequila.

De momento, los números de Aguirre no garantizan nada. Ni en una dirección ni en la contraria. No lo aclara él cuando se sienta en la sala de prensa, antes y después de los partidos —en lo que va de temporada apenas ha concedido entrevistas a medios locales—, y no lo hace la dirección deportiva del Mallorca. La razón, a un lado y al otro, es que no se harán movimientos hasta que el equipo tenga un sitio confirmado en la siguiente parrilla de la Primera, que debería ser pronto. El mexicano sí que ha dicho en alguna que otra ocasión que su prioridad es continuar, pero también ha dejado caer que su representante ya dispone de algunas ofertas, sobre todo del extranjero. Aunque aquí su figura ha ido desgastándose en ciertas fases de la temporada y por momentos se intuye un final de ciclo, fuera de la isla parece que su manual ha vuelto a revalorizarse. La trayectoria en la Copa del Rey le ha puesto en el escaparate y ha hecho mucho en ese sentido.

Pase lo que pase cuando se cierre el ejercicio, Aguirre ha dejado huella en Son Moix. Como mínimo, ha conseguido sentarse en la mesa de Gregorio Manzano, Llorenç Serra Ferrer y Héctor Cúper, los únicos que le superan en partidos dirigidos en la máxima categoría y los únicos que, como él, han guiado al Mallorca hasta una final de Copa. A su vez, el club también ha hecho una marca en su historial. Tras dos más de dos décadas entrenando en España y camino de los 500 partidos en Primera, el conjunto isleño es el tercero de su tarjeta tras Osasuna (152 encuentros) y Atlético de Madrid (97) y como comandante de los insulares ha estado a punto agarrar su primer título nacional.

A falta de esas cinco jornadas que restan para abrochar la temporada, el Mallorca ha ganado el 30% de los partidos (24) que ha dirigido Aguirre desde que llegó. Un porcentaje que mejora al de Llorenç Serra Ferrer (28,26%), aunque con menos encuentros, pero que está por detrás de los de Cúper (38.28%) y Manzano (38.91). El 28,75% de las veces que ha estado en el banquillo balear el equipo ha empatado y el 41.25% ha perdido.

El sábado se reencontrará con el público de Son Moix al que no ha vuelto a regalarle una victoria desde antes de la final de La Cartuja. Será un partido especial. Recibe al Atlético de Madrid, exequipo y una de sus víctimas favoritas. Pero también podría empezar a despedirse...