El madridista Jude Bellingham chuta a puerta ante Abdón Prats y Samú Costa en uno de los partidos de la temporada pasada. | JUAN MEDINA

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No es un domingo cualquiera en Son Moix. El Mallorca destapa el cofre de su cuarta temporada seguida en Primera División e inaugura el proyecto Arrasate con uno de esos partidos que concentran la atención del mundo del fútbol. Sin demasiadas incorporaciones pero con un faro distinto en el banquillo y un decálogo renovado, el equipo balear pone en marcha la maquinaria con el peor enemigo posible metido en el salón de su casa. Llega a Palma la última versión galáctica del Real Madrid, que viaja este domingo con todas las coronas puestas y Kylian Mbappé al frente de su particular colección de estrellas. Pasen y vean (DAZN, 21.30 horas).

La ilusión del primer día de clase va a chocar esta vez contra la principal cordillera del campeonato. El Mallorca, todavía a medio edificar, ha saltado de una temporada a otra con naturalidad mientras pasaba de puntillas por un mercado al que va a tener que volver antes de que cierre y su pretemporada ha resultado particularmente distendida. Ni un mal resultado ni una mala salida. Sin embargo, a partir de ahora todo será diferente. Empieza una caminata que tiene como primer destino la permanencia y lo hace por todo lo alto, con un partido tan atractivo como sembrado de minas.

El Mallorca de Jagoba tendrá que empezar a definir unos rasgos que solo ha dejado entrever durante el verano. Y tiene muchas dudas por despejar el técnico de Berriatua, que en su cabeza ya tiene muy claro el equipo sobre el que va a reposar su primera puesta en escena. En principio, no debería alejarse demasiado de lo que probó la semana pasada con la excusa del Ciutat de Palma. El gran debate estival se ha centrado en la portería y aunque parece que es Dominik Greif quien parte con ventaja, el propio Arrasate no va a aclararlo hasta el último momento.

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A partir de ahí, hay pocas certezas en el once del Mallorca más allá de ese puñado de jugadores que parecen determinantes, como Raíllo, Sergi Darder o Muriqi, a los que se unirán seguramente Mojica, Samú Costa o Asano. El resto, depende de cómo decida el técnico argumentar y vestir su propuesta. De sus pruebas y sus palabras se desprende que volverá a insistir en la opción de Cyle Larin como extremo. El canadiense, que necesita confianza, ya sabe lo que es jugar en esa posición y a Jagoba le convence su aportación desde el costado. En cualquier caso, ya ha recordado el técnico vasco la importancia que tendrán los cambios a la hora de refrescar y sostener al equipo en un momento tan temprano de la temporada.

El Madrid tiene por delante otro estreno, en este caso parcial. El cuadro merengue ya echó a andar esta semana y lo hizo de la misma manera que terminó el ejercicio anterior: ganando un título continental. El campeón de Liga, Champions y ahora también Supercopa de Europa capturó entre trofeo y trofeo a la pieza más codiciada del mercado, Kylian Mbappé, que como otras muchas estrellas podría abrir en Son Moix las ventanas de LaLiga.

Junto al astro francés se desplazan Jude Bellingham, Rodrygo Goes o Vinicius, que no ha podido sentirse cómodo en sus últimas visitas a Son Moix. Sus roces con Raíllo y Maffeo, a los que Jagoba ha quitado importancia durante la semana, han marcado demasiado la participación del brasileño, que en cualquier caso vive sus mejores días como jugador del Madrid. Hoy volverá a someterse a un examen, aunque también es verdad que lo hará muy bien arropado y sin tanta carga sobre los hombros. Otro de los que pueden situarse por primera vez ante el escaparate es Endrick, que no llegó a jugar el otro día en Varsovia. Lo único que puede echar en falta Ancelotti en Mallorca —más allá de los lesionados Camavinga y Alaba— es la brújula de Toni Kroos.

Son Moix recuperará el pulso con otra jornada mágica en la que el Mallorca quiere volver a ilusionarse. Que empiece el baile.