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Ni ahora somos el Leverkusen ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos». Esta frase del añorado Manuel Preciado se puede aplicar a un Mallorca que enamoró hace siete días ante el Real Madrid y que salió abatido y derrotado con justicia de Pamplona después de mostrar una versión plana y sin mordiente. El equipo ambicioso, descarado e intenso que puso contra las cuerdas a Mbappé y compañía se convirtió en un grupo desordenado atrás, sin criterio en la sala de máquinas ni pegada arriba. Vicente Moreno (que celebró el gol de Rubén García como si hubiera ganado la Champions) le aplicó a Jagoba su propia medicina y Osasuna alzó los brazos.

Jagoba regresaba a Pamplona con la idea de exponer su nuevo proyecto en el banquillo balear. Pero resultó todo lo contrario. Osasuna descosió a un Mallorca que jamás se encontró cómodo. Que se quedó a medias en su propuesta. Que no supo ni defender (Greif evitó una goleada) ni atacar y que deja la sensación de estar todavía en construcción.

Kohlberg asistió en directo y pudo comprobar las carencias del equipo, que necesita un extremo izquierdo (el bético Rodri es el principal candidato) y reforzar también la zaga. De la euforia del estreno se ha pasado a la decepción de ayer. El Mallorca debe encontrar el equilibrio y pasado mañana, ante el Sevilla en casa, tendrá una nueva oportunidad. ¿Qué versión veremos...?.