PALMA DE MALLORCA, 28/10/2024.- El centrocampista del Athletic Club, Iñigo Ruiz de Galarreta (i), cae ante la entrada del centrocampista portugués del Mallorca, Samú Costa, durante el encuentro correspondiente a la jornada 11 de Laliga EA Sports que disputan hoy lunes Mallorca y Athletic Club en el estadio de Son Moix, en la capital balear. EFE/CATI CLADERA. | CATI CLADERA

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Lo que se presuponía un lunes lleno de buen fútbol, verticalidad e intensidad, terminó en un serial de imágenes polémicas y llenas de tensión. Los pitos a Íñigo Ruiz de Galarreta marcaron la vuelta del eibarrés a Son Moix, aunque también el enfado de Cyle Larin al ser cambiado en el minuto 25 dejó momentos tensos en uno de los encuentros más vistosos del momento.

Son Moix fue un clamor. Las dos acciones de Samú Costa con Galarreta dejaron un rastro de silbidos cada vez que el exjugador del Mallorca tocaba la pelota. Desde la grada se intuyó que facilitó la expulsión del portugués por fingir. A partir de ahí, miles de personas le dedicaron la música de viento en cada acción. Para sorpresa de muchos. Tanto Valverde como Arrasate acabaron apenados al ver como el estadio condenaba injustamente al futbolista. Ambos coincidieron en que Galarreta salió triste del estadio que un día fue su casa.

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Samú Costa, fuera de sí. El luso perdió los nervios. Cuando vio que Iglesias Villanueva llamaba al VAR a Martínez Munuera entró en cólera. Botella al suelo, manos al aire quejándose de una futura injusticia y los nervios desatados. Una vez calmada la situación, su fútbol fue bronco, intenso y desmedido. Sin leer la situación correctamente, cayó otra vez en la trampa. Otra entrada ante el mismo receptor y mismo resultado. Segunda amarilla y a la calle. Justa o injusta, Costa pecó y el Mallorca lo pagó. Su salida del terreno de juego estuvo acorde a su actuación: desmedida.

El enfado de Larin. Con uno menos, Arrasate tuvo que actuar. El damnificado fue el canadiense, que no se tomó para nada bien el cambio. Entró Mascarell, al que casi evitó y se quiso ir directo a los vestuarios, sin mediar palabra con nadie. Larin se fue enfadado. Entendible y luego se calmó. Fútbol.

Apretó Son Moix. El estadio mallorquinista volvió a llevar a su equipo en volandas. Los últimos minutos de los 19.797 aficionados que coparon los asientos de Son Moix en la noche de un lunes de octubre fueron espectaculares. Cada cántico salió con orgullo por el ejercicio numantino de sus futbolistas. El empate tuvo un pequeño sabor a victoria y resultó un golpe anímico positivo para todos. Son Moix volvió a estar de 10.