Samu Costa, junto a Antonio Raíllo, protesta una decisión arbitral durante un partido del Mallorca. | Miquel Àngel Borràs

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Vuelve a sonar el despertador para el Real Mallorca más pálido de lo que llevamos de temporada. La escuadra de Jagoba Arrasate, que nunca había pasado tanto tiempo apartada de la victoria como ahora, reemprende su caminata por la Liga muy lejos de casa y frente a un equipo instalado en sus antípodas. Tras tres jornadas sin ganar que han rebajado unos cuantos grados la temperatura del entorno, se enfrentan los baleares a un Las Palmas enérgico y poderoso que en el último mes ha crecido a lo alto y a lo ancho. Los canarios han solucionado sus peores problemas entre parón y parón y sueñan con levantar otra vez la mirada frente a un rival golpeado por las bajas y acechado por todas esas dudas que florecen tras cada secuencia de malos resultados (Estadio Gran Canaria, IB3 Televisió, Gol Play y DAZN, 18.30 horas).

En el tiempo que Las Palmas se desarrollaba, el Mallorca se ha ido metiendo en un pequeño jardín. La intermitente producción del último mes ha aplazado un despegue que apuntaba hacia las regiones europeas de la clasificación y ha enfriado de golpe la atmósfera. Nada grave, de momento, porque el equipo se mantiene en la zona templada, es siempre competitivo y conserva la figura en defensa. Pero después de tres jornadas sin ganar y otro fin de semana sin competir la ansiedad amenaza con multiplicarse con otro paso en falso. Aunque lo peor para el Mallorca, resultados aparte, es que la pausa tampoco ha servido para repostar ni para cicatrizar algunas de las heridas que más sangran.

Porque el conjunto bermellón tacha la última fecha FIFA del año con peor cara de la que tenía. Jagoba, que necesita espacio para reparar el vestuario en lo futbolístico y en lo emocional, ha tenido que trabajar casi dos semanas con siete futbolistas menos mientras se le llenaba la enfermería. Sigue sin recuperar a Takuma Asano —el japonés lleva ya más dos meses sin aparecer por el terreno de juego— y por la carretera ha perdido a Larin, Abdón, Maffeo y Toni Lato.

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Algunas de esas bajas son tan dolorosas como las últimas derrotas que ha sufrido el Mallorca fuera de casa. Basta con echarle un vistazo a la delantera, que para el partido en Gran Canaria se ha quedado sin dos de las tres piezas que lo componen. Sin Abdón ni Larin —en condiciones normales los dos deberían reaparecer la semana que viene— le toca a Muriqi asumir el peso ofensivo de un grupo que ya levantaban sospechas en esa dirección. El conjunto bermellón, uno de los más pobres de la Liga en ataque, lleva tres partidos sin marcar y necesita hacerlo cuanto antes para que el problema no se enquiste y se reproduzca.

A eso deberían ayudar los hombres de segunda línea, que contra Las Palmas ganarán relevancia. Arrasate tiene elementos de sobra para arropar a Muriqi en los últimos metros y futbolistas como Robert Navarro o Dani Rodríguez tienen la posibilidad de reivindicarse. Especialmente el Tigre de Betanzos, al que Jagoba elogiaba en la sala de espera del partido por su actitud en el día a día en contraposición a ese supuesto malestar que le ha generado salir tan a menudo del once inicial.

El momento en el que llegan el partido y el rival alimentan la zozobra mallorquinista. Las Palmas ha pasado de ser un conjunto depresivo y vulnerable a embolsarse casi todos los puntos por los que ha pujado desde que cambió de entrenador. Con Diego Martínez dirigiendo la travesía el cuadro canario está a la vanguardia del campeonato y ha sumado tanto —tres victorias en cuatro encuentros— como el Atlético de Madrid, la Real Sociedad y el mismísimo Barcelona.

Los internacionales amarillos han vuelto a casa sin problemas y tanto Alberto Moleiro como Dário Essugo, Fábio Silva o Scott McKenna estarán al servicio de Diego Martínez, que además recupera al mallorquín Marvin Park después de dos meses en blanco por una lesión.