Larin confirmó todas sus reivindicaciones cuando el equipo más le necesitaba. Se inventó el gol del empate antes de que el Girona empezara a sentirse cómodo con la ventaja que había amasado y luego hizo saltar por los aires esa misma igualada cuando al Mallorca aún le quedaba medio partido por delante en inferioridad. Su instinto, unido al error de Juanpe, condujo a los baleares hacia el escenario soñado al principio de la segunda mitad.
A Larin le están empezando a rodar las cosas después de una temporada bajo sospecha. Incorporado en agosto de 2023 como una estrella por lo que costó y por su rendimiento anterior en Valladolid, el internacional canadiense nunca se soltó las cadenas del todo. Su prolongada estancia en Jamaica, donde tramitaba la obtención de la doble nacionalidad, retrasó más de lo previsto su puesta a punto y estuvo acusando ese déficit físico los meses siguientes.
Pese a la fe que tenía Javier Aguirre en su juego, le costó mucho entrar en la rueda y tardó dieciséis jornadas celebrar su primer gol con el Mallorca. Rubricó otros dos más —a Celta y Almería— y estableció una norma que dice que siempre que marca el equipo puntúa, pero entre tanto y tanto dejó mucho espacio y solo mantuvo una cierta regularidad en la Copa del Rey —siete partidos y cuatro goles, alguno tan decisivo como el que evitó los penaltis en Tenerife o el que rompía el hielo contra el Girona en cuartos de final—, convertida en ese refugio en el que consiguió aislarse del runrún de una hinchada que esperaba mucho de él desde kilómetro cero de la travesía.
Larin ha vuelto a empezar de cero con el cambio de dirección que tomaba en verano el proyecto. Jagoba siempre ha visto en el canadiense a un futbolista con mucho recorrido y potencial. De hecho, además de contar con él como ariete también le ha buscado acomodo a un costado del ataque, una posición que ya había ocupado en su paso por el fútbol turco con el Besiktas.
Arrasate le ha utilizado una docena de veces como titular y el atacante le ha agradecido la confianza con goles de calidad. Abrió la lata en Zorrilla (1-2), inició en un momento clave la remontada contra el Valencia (2-1) y construyó este sábado la del Girona (2-1). Un rendimiento que el mallorquinismo le agradeció al final de un encuentro especial con el que tapiaba un año muy intenso en casa. Es Cyle Christopher Larin, el último héroe americano del mallorquinismo.
El apunte
Bajas importante en el Coliseum
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Si le da mil vueltas al enchufabdon, se dice y no pasa nada.