Sergi Darder, centrocampista del Real Mallorca, durante la final de la Copa del Rey del pasado mes de abril en La Cartuja. | T. AYUGA

TW
0

Con los deberes muy avanzados en la Liga y el sueño de la Supercopa al otro lado de la calle, el Real Mallorca va a poder descorchar el 2025 dedicándole toda la atención a su competición favorita. Aparcada desde la madrugada del 6 al 7 de abril, la Copa del Rey vuelve a reclamar a partir de este viernes al conjunto balear, que tras esquivar las dos primeras rondas como subcampéon se zambulle ahora en una nueva entrega de un torneo que siempre le ha regalado muchas más alegrías que tristezas.

Viniendo de donde viene, la Copa del Rey vuelve a tener un sabor especial para el Mallorca y sus aficionados, dispuestos a activar en estos primeros meses de 2024 la segunda parte de la Operación Cartuja. Esa ola de orgullo que generó el equipo la pasada temporada y la belleza del camino hasta la final siguen recorriendo las gradas de Son Moix y hacen del torneo una cita marcada en rojo. Casi siempre lo ha sido, aunque ahora, con la plantilla brillando en la Liga y la sensación de que el proyecto tiene todavía margen para seguir creciendo, parece también un objetivo viable.

La ruta, como el año pasado, empieza en Galicia. Si en la 2023-24 fue Boiro, ahora la línea de salida se sitúa en Pontevedra, entre los muros de Pasarón y frente a un rival con solera. El cuadro granate, acampado de tres categorías por debajo, es un mal enemigo. Líder de su grupo en Segunda RFEF, no pierde un partido desde principios de octubre y llega a estos dieciseisavos de final después de eliminar a dos formaciones que sobre el papel también eran muy superiores. Primero goleó al Levante (4-1) y después sorprendió al Villarreal con un gol en el tramo final que bloqueaba del todo al conjunto castellonense (1-0). El propio Mallorca también ha sufrido la dureza de la escuadra gallega en su terreno de juego. Hace dos años y en la misma ronda que ahora, el equipo que en ese momento dirigía Javier Aguirre necesitó la prórroga para imponer sus argumentos, refrendados por los goles de Abdón y Muriqi.

En una competición abonada a las sorpresas, al Mallorca le conviene mantener la guardia elevada en todo momento. El conjunto bermellón, que cuando se ponga frente al Pontevedra llevará trece días sin competir, lleva unos años tomándose muy en serio las primeras pruebas que le plantea la Copa y lleva desde la temporada 2019-20, cuando le apeó el Real Zaragoza, de Segunda División, sin caer eliminado ante un conjunto de inferior categoría. A su vez, la última derrota mallorquinista en el torneo del KO se registró hace casi dos años, en cuartos y ante la Real Sociedad. El curso pasado no perdió ni la final, en la que el Athletic solo le superó en la tanda de penaltis.

El Mallorca de Arrasate espera retomar en Pontevedra el hilo de sus últimas actuaciones —antes de las vacaciones derrotó a Girona y Getafe al compás de Cyle Larin— y trasladar al marco de la Copa todas esas buenas sensaciones que le han inspirado en el campeonato de Liga.

El apunte

El calendario de la Copa del Rey vuelve a comprimirse en los primeros meses del año y para el Mallorca los resultados de estas primeras rondas en las toma parte irán marcando la posible carga de encuentros a la que haya que hacer frente entre enero y febrero. Si los de Jagoba Arrasate superan este viernes (19.00 horas) al Pontevedra y siguen adelante en el torneo disputarían la ronda de octavos de final después de la Supercopa de España, ya que los duelos están programados para los días 14, 15 y 16 de enero. Los cuartos de final se ubican en la primera semana de febrero, concretamente entre los días 4, 5 y 6, mientras que las semifinales se jugarán en unas fechas extrañas. En principio los partidos de ida se disputarán el 26 de febrero y para completar la confrontación con los duelos de vuelta habrá que esperar más de un mes, ya que están fijados para el 2 de abril. La final se jugará el 26 de abril en el estadio de La Cartuja, en Sevilla.