El balcánico, que no ha perdido un solo partido a lo largo del 2011, acumula veinticuatro victorias seguidas, ha subrayado el momento excelso por el que atraviesa su juego. Se ha instaurado como la raqueta más solvente del momento y la principal amenaza a la autoridad que conserva el balear en el circuito.
Miami es todavía terreno vedado para el tenis español, que nunca ha logrado un éxito en esta competición. Nadal vuelve a morir en la orilla. Finalista en el 2005, cuando cayó ante el suizo Roger Federer y en el 2008, ante el ruso Nikolay Davydenko, se topó ahora con Djokovic, que ya ganó el torneo en el 2007.
Es Djokovic la raqueta más intimidatoria del momento. Todo lo que ha jugado lo ha ganado este año. Más allá, tomó carrerilla con la conquista de la Copa Davis con Serbia, en el pasado mes de diciembre. Nadie le ha hecho sombra después.
El balcánico une Miami al Abierto de Australia, segundo título de Grand Slam de su carrera, junto a Dubai e Indian Wells. Trayecto intachable de la raqueta de Belgrado, al que nadie ha frenado todavía.
A diferencia del duelo de hace dos semanas en Indian Wells ambos jugadores mantuvieron el tipo durante todo el encuentro. Pelearon cada punto como si les fuera la vida en ello.
En la primera final de Miami que midió a los dos primeros favoritos del cuadro desde 1995, cuando el estadounidense Andre Agassi batió a su compatriota Pete Sampras, el arranque fue ficticio. El español adoptó una ventaja de 5-1 engañosa. Propiciada solo por la falta de tino del serbio. Djokovic tomó el pulso del encuentro y se apuntó tres parciales seguidos, para dejar en el aire el set, finalmente amarrado por Nadal, no sin sufrimiento.
Pero el número dos del mundo había adoptado un nivel del que no descabalgó hasta el final del encuentro. Sólido y con golpes más abiertos. También más agresivo. Se apuntó el 'break' a la primera, para resguardarse en una ventaja de 3-0 que le facilitó el empate en el partido, a pesar de los intentos del español de lograr una rotura que equilibrara el parcial.
Con dos horas de juego a las espaldas afrontaron el set de desempate con las opciones intactas. Rafael Nadal tenía la lección aprendida de Indian Wells, donde bajó el nivel y fue devorado por su adversario. Se sostuvo en el saque, que conservó con sufrimiento. Igual que Djokovic, que no cedió y llevó el desenlace al desempate.
En el 'tie break', Djokovic, que se erigió en el primer jugador desde Roger Federer en el 2006 en ganar Miami e Indian Wells, rentabilizó las garantías que le ofrece su saque. Una doble falta del español, que totalizó seis en el partido, puso la situación cuesta arriba. Sin margen de error. El balcánico aprovechó para afianzar la conquista del torneo y agrandar su amenaza.
6 comentarios
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los años no perdonan y de tras vienen jovenes que empujan fuerte
Ha sido un partidazo de dos grandes jugadores, hoy la balanza se ha inclinado por el otro pero estoy orgullosísima de que en Mallorca tengamos este campeonísimo a todos los niveles llamado Rafael Nadal
No hay derecho, le tocaba ganar a Rafael Nadal; ahora bien, un número uno no puede cometer seis dobles faltas en un partido. Menos mal de jorge Lorenzo, porque sino esta semana no nos comemos ni un rosco.
En Rafel se veia que no estava bé, ja d´es principi de partit tenia cara de patiment i no corria com sempre ho fa. Tohom té un mal dia, son humans, a pesar que a vegades pareix impossible el que fan. Ànim i per envant.
Ja se que no pots guanyar sempre, pero semble que no menges calent.
Ha sido un partido memorable, antológico, y visto lo visto, 2 victorias consecutivas del serbio Novak Djokovic, Rafa Nadal tendrá que esperar su hábitat natural de tierra batida para doblegarle. Toda derrota es el condimento que da sabor al éxito de un próximo triunfo. Rafa Nadal debe esmerarse en mejorar el saque, debe pulirlo y hacerlo más eficaz. Sigue siendo el nº 1 mundial, pero hoy hemos visto a su pareja de baile, que lucha, incluso con argucias, para alcanzarle. Decían los entendidos que la fatiga y la temperatura debilitarían a Djokovic, pero esto así no ha sido. He sufrido como una madre. Había dos que sufrían por sus hijos.