El mallorquín ha vencido al británico Andy Murray alcanzando la final de Roland Garros. | Fuente: Teledeporte

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La gloria espera a Rafael Nadal. Mañana tendrá la oportunidad de conquistar Roland Garros por sexta vez y elevar su historial en los grandes, pero para acrecentar su leyenda tendrá que acabar de nuevo con Roger Federer. El mallorquín y el suizo se toparán por cuarta en el encuentro decisivo del Grand Slam francés, donde ayer superar sus respectivas semifinales ante el escocés Andy Murray y el serbio Novak Djokovic, que vio truncada su racha de 43 triunfos consecutivos.


Para Nadal es la séptima final de 2011 y la sexta en Roland Garros en los últimos siete años. Solo Bjorn Borg jugó seis finales en la tierra parisina y solo el sueco ganó seis Copas de los Mosqueteros. Ahora el zurdo de Manacor, con cinco en su palmarés, busca su sexta corona en la arcilla gala sobre la que Federer será su último escollo. El balear ganó sus tres duelos previos y domina su balance de enfrentamientos 16 a 8. Tras superar a Andy Murray 6-4, 7-5 y 6-4 en tres horas y 18 minutos, el manacorí apunta a su décimo grande en su duodécima final de Grand Slam.


Federer, genial


Será ante un rival tan habitual como inesperado. Y es que Federer detuvo ayer al intratable Djokovic en una segunda semifinal que cumplió con las expectativas y que estuvo al borde de la suspensión por la falta de luz. Nadal había bautizado el duelo Federer-Djokovic como el pulso entre el mejor jugador de la historia y el mejor del año y acertó de pleno.

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El jugador suizo, que había sido el último en ganar a Nole en las semifinales de las Finales ATP de Londres, se impuso por 7-6 (5), 6-3, 3-6 y 7-6 (5) en tres horas y 39 minutos para reafirmar su condición de genio en un choque digo de la videoteca del tenis. El suizo dio un recital de golpes para detener el repertorio del serbio, que vio como se le escapaba su primera final de Roland Garros y el tope de triunfos seguidos que tiene aún en su poder el argentino Guillermo Vilas.


Nadal se citó con Federer y la historia después de haber dado un paso más en su progresión. Mejoró sus prestaciones para acabar con la resistencia de Andy Murray 6-4, 7-5 y 6-4. Ganó terreno a la línea de fondo, ajustó aún más sus golpes, que ganaron agresividad y profundidad, y se movió con más soltura para evidenciar que está a punto para otro gran desafío.


La diferencia entre ganar o perder se definió ayer en los momentos límite. Sucedió en el triunfo de Federer y en el de Nadal. Ganar o perder es a veces una cuestión de centímetros, determinación, gen ganador, valentía o fortaleza mental para sacar a relucir el talento bajo presión. Ahí es donde Nadal inclinó la balanza a su favor, donde ayer marcó las diferencias ante Murray. Salió de los altibajos del juego con gran autoridad y ganó todos los puntos importantes, en especial salvó 15 de los 18 puntos de break en contra que concedió.
Después de haber dominado el primer set 5-1 con un gran juego, Nadal salvó dos pelotas de ruptura

en contra que podrían haber supuesto el 5-5. Salió indemne para acabar apuntándose la primera manga 6-4.
En el segundo set, después de romperse el servicio mutuamente en dos ocasiones consecutivas (4-4), el escocés se colocó al resto para ganar. La respuesta del balear fue contundente y se apuntó su saque en blanco. Con Murray de nuevo al saque, el manacorí siempre fue por delante y habilitó hasta cinco bolas de ruptura para colocar el 6-5 y acabar con el segundo set con otro servicio en blanco.


Con dos sets en su casillero el número uno del mundo puso el partido cuesta abajo. Rompió el saque de Murray en el inicio del tercer set y tiró de recursos para salvar las múltiples opciones de break que concedió a su adversario. De nuevo fue por delante en el marcador, como en todo el partido, y mandó con su derecha para habilitar otra final de Roland Garros contra Roger Federer.