El tenista de Manacor tiene dos opciones para recuperar el puesto de monarca en la clasificación mundial que ya ha ocupado en varias ocasiones durante 102 semanas, y que abandonó por última vez el cuatro de julio de 2011.
El español usurparía la plaza que ahora ocupa Novak Djokovic si alcanza la final y el serbio cae antes de cuartos, o si Rafa gana el título y «Nole» pierde en semifinales, o antes.
Con un balance de 15-0 este año en superficie dura, con títulos en los Masters 1.000 de Indian Wells, Montreal y Cincinnati, y victorias decisivas para reforzar su moral, ante Djokovic en la semifinal del Abierto de Canadá, y Federer en los cuartos del último torneo disputado, lo quiera o no, Nadal vuelve a ser el máximo favorito en Flushing Meadows, donde puede deshacer el empate que comparte con el australiano Roy Emerson con 12 grandes ganados.
No obstante, a Nadal no parece preocuparle el número uno, ya que tiene todo el resto de temporada para seguir sumando sin peligro. Pekín y Shanghay serían dos citas en las que volvería a tener la opción de asaltar el puesto de Djokovic, pues en ambas el serbio defiende título.
Con estas premisas se abre el último grande de la temporada donde el británico Andy Murray defiende el título. El de Dunblane pisará de nuevo las pistas neoyorquinas con su flamante título de Wimbledon, ganado a primeros de junio, pero poco más después, con la tercera ronda de Montreal y los cuartos de Cincinnati, como mejores logros.
Algo similar le sucede a Djokovic. Tras ceder la final de Wimbledon ante Murray, hizo semifinales y cuartos en los dos torneos siguientes. Pero a buen seguro, el campeón del 2011 sabrá mostrar sus credenciales y vender cara su piel en el cemento de Nueva York, donde se presenta con cambios en su equipo.
«Nole» ha castigado sus últimos fiascos con el alejamiento de su compañero y amigo de entrenamientos Dusan Vemic, y ha incorporado al equipo técnico de Marian Vajda al polaco Wojtek Fibak, como revulsivo.
Relegado al séptimo puesto mundial y con un solo título este año (Halle, sobre hierba), el suizo Roger Federer acude a este torneo -que ha ganado cinco veces seguidas (2004-2008)- con una gran interrogante en su juego.
En esta temporada ha probado, sin suerte, a cambiar de raqueta por una más grande de cabezal y volver a la original arrepentido después, y ha sumado dos torneos de tierra (Gstaad y Hamburgo) para intentar recuperar juego ante sus pobres resultados.
Su posible cruce en cuartos contra Nadal añade aún más drama a su paso por el último grande, donde ha competido en 13 ocasiones, con un balance de 64-8.
El torneo sufrirá sensibles bajas, sobre todo en el frente francés, con Jo-Wilfried Tsonga, aquejado de una lesión en su rodilla izquierda, Gilles Simon, con tos ferina y dos costillas rotas, y la incertidumbre de Gael Monfils, que abandonó la final de Wiston Salem con un problema en la cadera.
En el torneo femenino, la retirada del circuito de la campeona de Wimbledon, la francesa Marion Bartoli, y la baja de la rusa Maria Sharapova, debido a una bursitis en su hombro derecho, dan aún más favoritismo a la estadounidense Serena Williams.
Su reciente derrota en la final de Cincinnati ante la bielorrusa Victoria Azarenka, no ha hecho más que motivar aún más el ánimo de la americana, defensora del título, ganadora este año de ocho títulos y campeona del Abierto estadounidense en cuatro ocasiones.
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