Con 27 años Nadal se mide en la final con el rival al que mejor conoce y al que más daño ha hecho en sus 12 enfrentamientos anteriores, el suizo Stanislas Wawrinka, un novato en estas instancias, al acecho para terminar con la dictadura del de Manacor.
Su victoria en doce encuentros, sin ceder un solo set, su experiencia en finales de Grand Slam, 19 con la del domingo, y sobre todo la forma en la que dejó fuera de combate al suizo Roger Federer en semifinales, y su acceso a la final cediendo un solo parcial en seis partidos configuran la tarjeta de presentación de Nadal para este último partido, el tercero que enfrentará a ambos en el Grand Slam.
El primero se produjo hace siete años, cuando con 20 años Rafa ya golpeó duro a Wawrinka en la tercera ronda, y el segundo en Roland Garros el pasado año. Desde que se vieron por primera vez las caras, el de Manacor ha mantenido un ejercicio de tiranía sobre «Stan», al que considera su amigo y con el que se entrena muchas veces cuando coinciden en el circuito.
«Siento que es mi momento para jugar mi mejor tenis», ha dicho el suizo, cuyo desafío es ahora batir a Nadal por primera vez y en un gran escenario como la Rod Laver Arena, en el Día de Australia.
«Estoy en el tope de mi carrera. El pasado año sentí que empezaba a jugar mucho mejor, pero seguía sintiendo la presión. Ahora me siento más maduro, con 28 años», ha comentado Wawrinka, que desde que contrató al sueco Magnus Norman en abril, sus resultados se han hecho notar, con triunfo en el torneo de tierra de Oeiras (Portugal) y su primer acceso a un Masters 1000 en Madrid, precisamente contra Nadal.
Nadie, desde el alemán Michael Stich en Wimbledon en 1991, ha logrado batir a los dos primeros favoritos en un Grand Slam. «Stan», verdugo del serbio Novak Djokovic, podría tomar este papel si doblega a Nadal en la final. «Lleva un tiempo golpeando la puerta», dijo el estadounidense Pete Sampras, a quien Nadal puede igualar en títulos grandes si vence mañana.
Wawrinka tiene como principales armas su saque y sus dos golpes de fondo, con una derecha plana aplastante, y un revés que puede pegar plano y liftado, a una mano. No obstante ha ganado solo dos títulos en pista dura, mientras que Rafa es el quinto jugador, de los que permanecen en activo, que ha ganado más títulos en esta superficie, con 16.
Con 11 partidos ganados de forma consecutiva, tras obtener el título en Doha, Nadal respira ahora más tranquilo en un torneo en el que ha sumado ya la cifra de 200 disputados en el Grand Slam. Parece que incluso su herida en la palma de la mano importa ya menos tras la exhibición que mostró ante Federer.
En cuatro de los seis últimos años, el jugador que ganó la segunda semifinal ha sido al final el que se ha llevado el título. Si se cumple esta variante Nadal debería ser el campeón este año, en el primer enfrentamiento entre el primer y el octavo cabeza de serie en la historia del torneo.
Una victoria de Wawrinka le colocaría en la tercera posición mundial, y si pierde ocuparía el quinto puesto. En cualquiera de los dos casos se convertiría en el suizo mejor clasificado porque Federer descenderá al octavo puesto.
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