En busca de su decimocuarta corona en París, Nadal avanzó con más problemas que en los pasados duelos contra un Auger-Aliassime que le obligó a elevar el nivel y que, por vez primera, le colocó ante el precipicio de la derrota, que habría sido la cuarta en la capital francesa. No completó un buen partido el manacorí, sometido en muchas fases del duelo al dominio del noveno tenista del panorama actual, un jugador de 21 años, en clara progresión.
La temperatura bajó varios grados y una brisa procedente del Sena refrescó aún más el ambiente en el que Nadal no encontró la trayectoria ascendente que venía trazando desde su aterrizaje en París. Todo ello ante la atenta mirada del tío Toni, que asesora a Auger-Aliassime desde abril de 2021, que se sentó en la tribuna presidencial, terreno neutral respetando la cláusula de su contrato que le eximía de asesorar al canadiense en caso de que se cruzara con su sobrino.
Incómodo, falto de tensión, Nadal cedió fácil el primer set en el que penaba para anotarse su servicio. Solo lo hizo en dos ocasiones. Reaccionó en el segundo para contrarrestar el desafío del rival, un juego de ángulos que redondeó mejorando su servicio. Táctica que se prolongó en el tercer set, más completo, que hacía augurar que el mejor Nadal había recuperado la mano a medida que el rival iba perdiendo la iniciativa.
Pero el canadiense volvió a tirar de trigonometría en el cuarto, apoyado en un impresionante saque que no le falló en todo el encuentro, que asfixió al mallorquín, impotente para que sus golpes hicieran daño al rival. Así forzó una quinta manga, algo al alcance de muy pocos, solo otros dos rivales, el estadounidense John Isner en la primera ronda de 2011 y Djokovic en la épica semifinal de dos años después.
Infalible en París en partidos a cinco sets, el de Manacor ha jugado 38 en toda su carrera, en la que ha ganado 25 y de ellos 34 en Grand Slam, con 22 triunfos. Una vez más apareció el instinto ganador del campeón, sereno en el inicio del quinto parcial, esperando la mínima grieta en el servicio del canadiense para lanzarse a por el triunfo. Sucedió en el octavo juego, cuando pudo arrebatar el servicio adverso. Olió sangre y sabía que no podía dejar escapar la oportunidad. Y no lo hizo. Cerró el duelo y puso rumbo a su cita con Djokovic, que previamente había derrotado de forma plácida al argentino Diego Schwartzman, 6-1, 6-3 y 6-3 en 2 horas y cuarto.
Será el duelo 59 de la confrontación más repetida de la historia del tenis, la décima que tendrá como escenario Roland Garros, donde el serbio solo ha ganado dos, entre ellas la última, la semifinal del año pasado donde se impuso en cuatro mangas. París contará con el duelo estelar que tanto esperaba desde que el sorteo cruzó sus caminos en cuartos. El serbio, que busca su tercera corona en París y su 21 Grand Slam, para empatar con Nadal, llega con menos horas en la pista, sin haber cedido un set y con su juego sobre tierra batida a punto tras su victoria en el pasado torneo de Roma.
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