«Han sido años que los resultados han sido de primer nivel, pero el día a día ha sido de un nivel muy abajo. De cara al exterior quedan los momentos buenos, pero el trabajo diario desde la pandemia ha sido difícil y me ha costado tener continuidad por culpa de las lesiones que ido encadenando. Cuando uno no puede hacer parte de su vida con felicidad se traslada al plano personal. Lo enmascaran las victorias importantes, pero hay que poner un punto y aparte», explicó Rafael Nadal en la rueda de prensa ofrecida el jueves.
A lo largo de su carrera Nadal ha sufrido 20 lesiones y una tercera parte de ellas, es decir, siete las ha tenido que afrontar desde 2021 hasta hoy. El 2020, con el COVID trastocándolo todo, el mallorquín reconoció que le costaba «tener ilusión por levantarme de la cama», pero fue capaz de ganar el Roland Garros más atípico de la historia al disputarse en octubre sin apenas público en las gradas. Poco más adelante empezarían los problemas con una lesión de espalda y, tras dos meses sin jugar, llegaría a disputar el Abierto de Australia cayendo en cuartos ante Tsitsipas.
Ganó en Barcelona y Roma y apareció en París como favorito, pero cayó a manos de Djokovic en semifinales. Lo había dado todo para intentar coronarse en Roland Garros, pero el pie izquierdo le había lanzado su enésimo aviso. Estuvo «dos semanas sin poder caminar» y reconoció que se precipitó a la hora de volver al circuito en Washington. «Los dos meses de entrenamiento antes de eso fueron terribles», señaló antes de abrir un paréntesis en su calendario que no volverá a presentar nuevas citas hasta 2022. Nadal, que apenas jugó cuatro meses en todo el curso, no pudo «ni correr ni trabajar el movimiento de pies» durante toda la temporada 2021 en la que ganó dos títulos y 24 de los 29 partidos que jugó, para finalmente estar casi medio año de baja seguida hasta su vuelta victoriosa en 2022.
Contra todo pronóstico conquistó su primer torneo en Melbourne y ganó el Abierto de Australia 2022 para erigirse en el jugador con más grandes de la historia hasta la fecha. El ciclón Nadal pasó por Acapulco, donde abrazó otro éxito, y se disponía a arrasar Indian Wells hasta que sufrió una fisura en la costilla en las semifinales ante Carlos Alcaraz. La lesión le apartó de Montecarlo y Barcelona y sus resultados en Madrid y Roma estuvieron lejos de sus aspiraciones hasta que compareció en Roland Garros dispuesto a reclamar su corona.
En París el escafoides de su pie izquierdo volvió a ser una pesadilla diaria. A base de infiltraciones fue lidiando el problema hasta conquistar su decimocuarta de la Copa de los Mosqueteros. Antes ya había lanzado varios mensajes en los micrófonos dejando entrever que estaba ante una de sus últimas apariciones sobre la arcilla gala. El día siguiente a su conquista volvía a estar cojo y se encomendaba a un nuevo tratamiento para seguir disfrutando sobre la pista y para alargar su carrera.
Controlado el pie con las nuevas pautas médicas, Nadal volvió a brillar sobre la hierba de Wimbledon, pero entonces otro problema físico le apartó de la puja por el título. Una rotura en el abdominal le impidió disputar las semifinales ante Kyrgios. Regresó cayendo a las primeras de cambio en Cincinnati y cedió en octavos de final del US Open ante Frances Tiafoe. Abrió un paréntesis de dos meses para recuperarse bien para el final del curso y vivir la experiencia de su paternidad junto a María Francisca Perelló. Perdió en primera ronda de París-Bercy ante Tommy Paul y cedió ante Aliassime y Fritz en las Finales ATP en las que cerraría el curso con un triunfo intrascendente ante Casper Ruud dejando un balance de 4 títulos y 39 victorias en 47 partidos. En un año había ganado dos grandes y como él mismo dijo este jueves «los resultados lo enmascaran todo» después de perderse, entre unas cosas y otras, cuatro meses de la temporada.
La vuelta a las pistas en 2023 no pudo ser peor, porque en la segunda ronda del Abierto de Australia se tuvo que retirar de su partido. Una lesión el psoas ilíaco tenía la culpa. «Estoy mentalmente destrozado», reconocía tras un nuevo varapalo, que, además, se ha ido extendiendo hasta culminar en el anuncio de un parón indefinido y la fecha del final de su carrera. La ausencia para los cinco meses y llegará hasta los once si regresa en las finales de la Copa Davis.
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