Imagen de Rafa Nadal durante el partido. | Juan Medina

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Rafael Nadal ha desafiado y ganado a la lógica en muchos momentos de su carrera. Pero la lógica es tenaz y en muchas ocasiones acaba ganando la partida. La lógica decía que Nadal, por mucho Nadal que sea, iba a tener una despedida difícil en el caso de que quisiera acabar su carrera dentro de la pista. Su inactividad, sus 38 años, su mermado físico y la lógica falta de confianza y ritmo consecuencia de las tres características anteriores hicieron que cayera derrotado por un doble 6/4 frente al neerlandés Botic van de Zandschulp, quien en sus dos enfrentamientos anteriores no había sido capaz de ganar ni un set. Poco varió el ‘manacorí’ respecto a sus últimas apariciones. Demasiados errores no forzados, poca seguridad en el saque y una lentitud en sus desplazamientos hicieron sucumbir al ganador de 22 Grand Slams en lo que parece evidente que haya sido su último partido porque es más que improbable que vuelva a saltar a la pista tras la derrota, que además puso en peligro la clasificación de España, obligada a ganar en el otro individual con Carlos Alcaraz de protagonista y el doble.

La emoción se palpaba en el ambiente y más cuando Nadal escuchaba con ojos llorosos el himno nacional. Ya con la bola en juego, desde los primeros instantes se vio que Nadal iba a acortar los puntos lo más posible, ya fuera jugándose la bola desde el fondo de la pista o haciendo saque y volea. Se notaba que el manacorí no estaba a gusto con los peloteos largos en los primeros compases del choque. Van de Zandschulp, consciente de las limitaciones físicas de su oponente, intentaba mover lo más posible a Nadal y cada vez que enlazaba dos golpes cambiando al dirección de la pelota el punto era suyo.

Nadal consiguió sacar sus dos primeros servicios con algunas dificultades, apoyado por algún error no forzado del neerlandés, 80 en la clasificación ATP, pero que hace dos años había ascendido hasta el puesto 22, precisamente la temporada en la que ambos tenistas se enfrentaron, en Roland Garros y Wimbledon, con doble triunfo del mallorquín sin perder ni un set.

La derecha era el arma más prolífica en los ataques del ‘manacorí’, que no dudaba en enardecer al público con sus gestos a la más mínima oportunidad. El partido tenía un gran componente emotivo y Nadal lo quería aprovechar a su favor todo lo que pudiera.

Los juegos iban pasando sin que se produjera ninguna oportunidad de rotura por parte de ninguno de los dos jugadores. Nadal salvaba un peligroso 30-30 y luego un 40-40 gracias a un ace y a otro primer saque en el séptimo juego para seguir con la ventaja en el marcador. Se llegaba a los juegos decisivos de la primera manga y van de Zandschulp tenía la pequeña desventaja de estar a remolque siempre en el marcador al haber empezado Nadal sirviendo. Con 40-40 en el marcador tras recuperar un 40-15 en contra, el neerlandés enlazó un gran servicio con un smash en el punto siguiente para igualar a cuatro.

Los nubarrones se posaban sobre el Martín Carpena cuando Nadal se colocó con un 15-40 en el noveno juego. Salvó la primera bola de rotura al estrellar Botic su revés paralelo contra la red pero no pudo hacer la en la segunda oportunidad. Tras un intenso peloteo, el neerlandés superaba la subida a la red de Nadal con un gran revés cruzado.

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Cabía la posibilidad de que se le arrugara el brazo a van de Zandschulp pero el holandés demostró tener un temple de acero y un revés de Nadal que se fue fuera por mucho certificó la primera manga para el tenista de Wageningen.

Tocaba remontar y la cuesta era aún más empinada cuando Nadal sufría con su servicio en el primer juego del segundo set. Con ventaja en contra, su revés cruzado se iba al pasillo y daba ventaja a van de Zandschulp, que estaba demostrando que no fue casualidad su victoria en el US Open de este año contra Carlos Alcaraz. Nadal logró un esperanzador 15-30, pero fue incapaz de contrarrestar los tres siguientes primeros servicios para ceder ese segundo juego.

Volvía a sufrir Nadal mucho con su servicio e incluso no aguantaba el ritmo de peloteo de su rival, pero sacando el orgullo desde lo más hondo de su ser lograba mantener el saque tras un último punto agónico. Uno de los problemas era que Nadal lo estaba pasando mucho peor con su saque que su rival y el campeón de Manacor no estaba teniendo ni una oportunidad de rotura de saque. Con 30-30 mandó un fácil volea de derecha al pasillo que le daba otra bola de break al neerlandés. Salvó con un saque directo ese escollo pero a la segunda no pudo hacer nada ante el passing cruzado de derecha. 4-1 y dos breaks en contra.

Parecía todo perdido pero se abrió un halo de esperanza al tener Nadal su primera oportunidad para romper el servicio de su oponente, pero Van de Zandschulp solventó de forma magistral con una volea de revés. Gozó de otra ocasión para recortar diferencias pero su derecha se quedó en la red y a la tercera fue la vencida. Aún se podía soñar con la remontada.

Con 30-0 parecía que Nadal podía poner presión a su rival en el siguiente juego, pero cometió dos doble faltas y volvía a sufrir con su saque. Salvó una bola de break con un smash y logró amarrar su saque gracias a dos buenos servicios.

4-3 y servicio para el neerlandés. El Martín Carpena era una olla a presión y estaba por ver si el ambiente podía influir en algo al neerlandés. Sí lo pareció con 0-30 tras dos errores groseros, pero luego sacó su bazoka a pasear y con tres aces puso el cinco en su marcador.

Nadal volvía a tirar de épica para ganar su juego y ya todo estaba en manos del neerlandés, que si ganaba su servicio se llevaba el partido. Nadal seguía animándose y animando al público. La intención era poner la máxima presión al rival. Una derecha al pasillo y otro revés fuera ponía en franca ventaja a van de Zandschulp pero Nadal logró igualar a 30 gracias a un fallo en la red de su rival. Un resto fuera por poco de Nadal daba la primera bola de partido y van de Zandschulp no la desaprovechó. Una derecha fue demasiado para el de Manacor que veía cómo su despedida de las pistas iba a tener un sabor amargo.